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HUYE DEL TELO POR LOS RUIDAJES DEL AMANTE EN EL BAÑO

HUYE DEL TELO POR LOS RUIDAJES DEL AMANTE EN EL BAÑO

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“…Una detonación más bien horrenda hará temblar los cepillos de dientes en sus soportes y agitarse la cortina de plástico en la ducha…”
Lucas sus pudores Julio Cortazar

Yo estaba acostada mirándome en el espejo de arriba, cruzaba las piernas, me hacía la sexy, la estrella porno, me tocaba y no sé el tipo me dijo voy a baño con la cara fruncida y traspirada. Un drama estaba a punto de explotar. Estruendosamente. No ayudaba la arquitectura de las piezas de los telos que te ponen el baño a medio metro, se escucha hasta cuando te rascás, no había tele ni música para poner fuerte y el recurso salvador de la ducha fracasó porque el esfuerzo de abrir la llave provocó una detonación que me sentí el teniente coronel Paul Tibbets sacudido por el hongo de la explosión nuclear de Hiroshima luego de arrojar la bomba. Me sentí una geisha japonesa.

Yo nunca escuché cuando se cae una montaña, un alud, pero si el bramar del río Bermejo crecido, bueno, era peor. Nada que fuera humano podía expeler algo con ese ruidaje. El amor se me fue a la mierda, perdoname que te diga. Hubo un fuego de metralla cruzado que siguió al gran estruendo que terminó con un silbido apretado pude cavilar fue por no resistirle el sistema de ensanchamiento manual de cantos tan usado por la gente educada y fina en este tipo de trances. Si el man era distinguido no se notó. Pensé que sonaba el celular que había puesto en vibrar y se movía por la mesita de luz pero no, era la reverberancia del petardo interminable del trancador profesional de sanitarios y pedorrista atómico que al principio pensé que largaban el FestiOrán o los Corsos o era que Urtubey se postulaba a presidente, pensé que era año nuevo, pensé en los rompeportones y siempre me quedaba corta y esperaba por décimas de segundo la cadena salvadora que terminara el suplicio de ese Heavy metal a 100.000 watts turbulento. Imaginé al tipo buscando un método que ahogara la dinamita de su culo urgente y me acordé del cuento “Lucas, sus pudores” del irrepetible escritor argentino Julio Cortazar en el que el personaje intenta mil peripecias para pasando al excusado que no se escuchen esos “sordos ruidos que oír se dejan en las circunstancias menos indicadas”. Qué queres que te diga. ME FUÍ. Todavía debe estar encerrado en el baño, rojo de vergüenza.

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