“Tiraban piedras sobre el techo de chapa. Franco, en calzoncillos, espiaba por la ventana. Son ellos, me dijo. Tenía una escopeta en la mano y asomaba la punta del caño por la rendija entreabierta…”
Asiático       Federico Falco
A nuestro alocado psiquismo humano estos días debemos sumar el trastorno del coronavirus. Todos estamos medio del coco protagonistas con barbijo de una película cuyo final es incierto. Tomados de sorpresa y sumidos al miedo y al encierro para ver qué pasa. Los nervios se espantan. Los pelos se paran y las conductas se tornan corchos de sidra que explotan pa cualquier lado.

Ni que hablar en zonas marginales de pobreza, escenarios habituales de violencia, abonadas con vino cerveza paco y porro. Sobre la independencia al fondo origen del barrio Libertad, límite norte de la ciudad, no pocos crímenes se manejaron.

Por ejemplo el del Tacashi Lucio Segovia (24) en Agosto del 2018 al que dejaron tirado con la cabeza destrozada y dos cuchillazos en la espalda a la salida de una agarrada callejera multitudinaria. Once changos todavía esperan juicio por el homicidio. De allí mil grescas mediante anoche se consumó otra muerte muy cerca.

De la cuadra que corre desde la Sarapura y Voces de Orán hasta la Independencia y Elías Aguadre.

Al Kevin Benitez (22) lo recogió el 911 molido a patadas con unos machetazos en la cabeza y un dedo amputado sin anestesia. Llegó muerto al hospital. Otra vez un gentío desbordado de locura bajo el odio demandante del vecino al que la victima había ido a apedrearle la casa. Con su barra. Antes la había ligado por tocarle el culo.

Detuvieron a Ramón Salvador Paredes (43) y a Moisés Alvarado Salomón (18) con secuestro de armas y declaración. Era una enemistad vieja que se fue de madre.

De los tiempos terribles de la pandemia dirán las crónicas que alguien revivirá pasados los años.