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HOMICIDAS FUGADOS A BOLIVIA AL FINAL CAEN

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“…Disparó tres veces y uno de los hombres uniformados cayó, su arma resonó al caer en el suelo. Corrió en otra dirección, pero más uniformados llegaban desde la otra puerta. Miró furiosamente alrededor. ¡Estaban llegando de todos lados!. ¡Tenía que escapar!…”
El asesino         Stephen King

El peligro de fuga es fundamento principal en los dictados judiciales de prisión preventiva. Ese peligro, dada nuestra condición de zona de frontera, es inminente y real. Cruzás el río y estás en otro país. Mucha gente tiene parientes de los dos lados y eso es otro handicap para el que pretende huir de esa señora liviana de ropas que tiene los ojos vendados y una balanza para pesar oro en una mano, lo que no sería nada si es que en la otra no tuviera una espada de gladiador. No nos referimos a las fiscales del distrito que son muy lindas pero no van con grandes escotes, ni vestidos transparentes, sino a la representación de la Justicia. Escapar de ella es relativamente fácil en Orán con apenas dos horas de ventaja. Al ser trasladado el prófugo de homicidio, exiliado en Tarija, Miguel Rolando Miguelito Acuña (34) tras ser deportado por vender drogas el pasado 8 de Octubre, dijo que luego de matar a su cuñado Walter Lopez (32) en los departamentos atrás de la terminal se fue derecho a la ruta 50 (a dos cuadras) con lo puesto y cinco mil pesos, que pasó por el puente internacional, cosa dudosa o falsa ya que no estaba registrado, igual que haya “trabajado como un perro” en Tarija que no fuera vender marihuana, oficio por el que los de la Fuerza especial de lucha contra el crimen de Bolivia lo detuvieron.

La deportación, que es la expulsión del país de un sujeto indeseable o el envío al país de origen a uno que ha violado las normas de aquel en el que se encuentra, es un mecanismo más ágil que el burocrático de Cancillería para que un homicida prófugo responda ante la Justicia. Se usó con Acuña y también con el “Baltucho” Baltazar Maza (28) de Fortín Dragones entregado por la autoridades bolivianas en la frontera de Pocitos el 2 de Julio pasado.

El Oranense llevaba en Bolivia un año, el de Dragones, seis. Asesinó alevosamente el Sábado 7 de Enero del 2012, de dos balazos a quemarropa, en Pichanal, a la madre de su hijo no reconocido, una bonita adolescente de 16 años la “Cata” Natalia Noemí Velarde.

Vivía en el paraje chaqueño “El Teniente” que comunica al norte con Bolivia. Luego de tirotearse un par de veces con la Policía cruzó. Allá se cambió el nombre por el de Dario Romero y en el 2014 cayó preso por un asalto con arma. Durante los cuatro años que cumplió de cárcel en el centro de readaptación productiva de El Palmar se cruzaron datos y huellas dactilares con la Policía de Salta y resultó que Romero era Baltucho. El día que salía en libertad los del Felcc le dijeron “acompañenos que vuelve a la argentina”. Chau.

De las idas y vueltas migratorias de homicidas, en una no tuvo que intervenir la Policía Boliviana. Ni la argentina. Fue que el 6 de Septiembre del 2015 el boliviano Mario Garcia Colque (32) pasó Migraciones rumbo a su país con el documento de su primo Juan Choque Medrano, al que acababa de masacrar con un machete en una finca de Agua Linda. El muerto, en los papeles, había salido del país. El fugado permaneció en Tarija hasta Abril del 2016 mes en el que se entregó solo, atado, volviendo a ingresar por Aguas Bancas ahora con su propio documento. En Migraciones le saltó la captura y hoy se encuentra cumpliendo en el Penal 17 años de prisión.
Hay cosas de las que no podés escapar por más lejos que te vayas. Las culpas, por ejemplo.

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