“—Adonde puta iré —dijo en voz alta…”
Bajar es lo peor Mariana Enriquez
Pasó en una comisaría de Mosconi aunque bien podría haber pasado en cualquiera de Orán. La superpoblación de presos en dependencias policiales es catastrófica.
En la Comisaría 2 de Mosconi se alojaban una semana atrás treinta y ocho adultos en tres celdas.
A Julio César Paez (26) lo habían detenido por robarle el celular a una vecina cuchillo en mano. Complicado el chango. Cumpliendo una condena de seis años se tragó un corta uñas y un fierro doblado para lograr, tras ser operado, prisión domiciliaria.
Lo dejaron en el patio engrillado (esposado) a un caño desde las once de la mañana hasta las nueve y media de la noche. Hora en que entró un Cabo de guardia oriundo de Los Toldos de 40 años que en un ir y venir no lo vio más. Paez se piró esposadas las manos por la tapia de casi tres metros del fondo.
En dos horas lo pillaron en casa de una tía. Se había desgrillado hurgueteando con un clavito.
Corolario causa de evasión contra él y de favorecimiento culposo para el cabo. La defensa del funcionario la tomó el estudio del abogado oranense Sergio Herrera (ex oficial de policía). En su momento se promocionó que solo el servicio penitenciario se iba a ocupar de los detenidos. Ocupariola.