“Estoy en una morgue que llaman casa, no tengo nadie con quien hablar, nada que hacer…”
El Caso Galton   Ross Mac Donald

Claro, vos cuando estás muerto no sos de quejarte. Uno, muerto, es un tipo tranquilo. Hacerse mala sangre sin que te circule, es imposible. Qué más da que haya gente en la morgue o que no haya. Ni te das cuenta. Los que sufren son nuestros parientes que van a buscarnos y los atiende un perro.

La morgue del San Vicente del Paul se quedó sin morgueros. En horario diurno está la Jefa del Servicio la anatomopatóloga Laura Parcero (que es médica no morguera). Y sino lo tenés al “Viborín” un pichicho llegado un día más muerto que vivo con una sarna galopante que al ser curado se aquerenció entre el tránsito de difuntos de ese segundo subsuelo, donde, por diferentes razones, a nadie le gusta ir.

Desde hace unos meses con la jubilación de uno y la licencia por enfermedad del último de los Mohicanos, en este caso, de los Morgueros, los muertos se las tienen que arreglar solos. Viborín es buenazo y punto. De cámaras frigoríficas, de camillas, de autopsias no sabe nada. Tampoco es ducho en recepción y entrega de cadáveres. A lo sumo te puede pegar un ladrido cuando bajan uno.
Lo contamos como un chiste, pero no es un chiste, ES UN PROBLEMA.