“-¿Dejó alguna carta o algo?- ¡Por Dios! no. No fue una cosa premeditada. Tom no pensaba en la muerte. ¿Porqué iba a pensar en ella?…”
Copia del original    Hylton Cleaver

Mascar coca es una tradición norteña. Andina. Extendida en otros países latinoamericanos desde la época que éramos todos Incas. Forma parte de un modo de ser, de hacer. Lo que no quiere decir que sea positivo. Las corridas de toros y otras formas de maltrato o masacre de animales fueron tradicionales por siglos en muchas naciones y a nadie se le ocurre que, por eso, deban continuar. La cultura siempre se va revisando, modificando, en función de nuevos saberes o de cambios en la visión del mundo. Coquear tiene sus pro y sus contras. Hay gente que la considera un mal a erradicar y otros un bien cultural a defender. Más allá de opiniones sanitarias o políticas hay que tener cuidado con el acullico. Algunos parece que les va a explotar la cara inflada como globo o que se van a taponar con ese amasijo de hojas que ya no cabe en la boca. Hay accidentes.

El primer día del año fue el último para un trabajador boliviano de la finca del Solasuty arriba, en la quebrada de Anta Muerta, culpa de un acusi fatal. Dicen que en la siesta de la bienvenida del 2019 se tiró a dormir. Que un compañero lo vio alzar medio cuerpo desesperado buscando aire con los ojos en pánico y fue que le metió la mano en la garganta logrando sacarle parte de la carga verde pero no unas hojas con las que se broncoaspiró.

Remberto Torrez Gira tenía 32 años oriundo de Tarija con domicilio en Arrozales Bermejo y trabajo en Anta Muerta. Los bomberos de Aguas Blancas lo dejaron en la morgue la madrugada del segundo día de Enero. La médica Karina Ayala del CIF hizo la autopsia. Causa de muerte: broncoaspiración. Era un hombre joven. No tenía familia en el país. Su padre y una hermana viajaron de Tarija para llevarlo y sepultarlo allá.