“Se está matando. ¿Por qué quiere morir?…”

Los blues de Sonny   James Baldwin

Un hombre de cincuenta años asentado en la pobreza de los ranchos que brotaron para ensanchar la ciudad al norte bautizados casi con ironía Libertad. Alcohólico con varios intentos fallidos de tratamiento. Changuero. Padre de once hijos.

A uno de ellos de veintidós años lo mataron a machetazos en una pelea de piperos cinco años atrás.

Corrido por su mujer a causa del vicio. Excluido de su casa con prohibición judicial de acercamiento. Papel pintado para un borracho volvedor. Estuvo un año preso por desobediencia judicial y ni bien salió de la cárcel hizo acto de presencia otra vez sin poder hacer la venia de soldado porque con el alcohol ya no se acordaba donde era que le quedaba la cabeza y el regreso terminó siendo a otro calabozo.

Ayer lo volvieron a juzgar por desobedecer los mandatos de la Justicia. Le dieron siete meses de prisión efectiva a los que computados con los dos años de condena anterior por el mismo delito bajaron a dos años y tres meses.

Pidió lo manden a Tinkus para intentar de nuevo pelearle a su adicción.