
“Corro tras de mí, tras de mi sitio, tras de mi hueco…”
Prisa Octavio Paz
Algún medio tituló el allanamiento y clausura de las fincas Pepe y Karina como el DESCUBRIMIENTO de la red de contrabando más grande del país.
Un descubrimiento como el del buen Crisóforo Colombo que vino en sus carabelas a descubrir lo que ya estaba descubierto hacía milenios y habitado por millones de personas.
Faltaba un cartel luminoso en los gomones de la banda que navegaban esos quince minutos río Bermejo abajo hasta las playas de aduana paralela donde podías comer algo y tomarte una cerveza mientras los paseros te acomodaban el mueble o el bulto en alguna de las camionetas, camioncitos, traffics, más de trescientos según calculó una investigación de gendarmería, que dejaban casi cuatro millones de pesos diarios de peaje, a saber mil por lona y dos mil por vehículo.
El propio interventor de Aguas Blancas venía despotricando a gritos el paso clandestino, más clandestino que el que bordea la terminal del pueblo.
El cuatro de agosto irrumpieron fuerzas federales con drones, carros, pelotones y como el navegante genovés hace más de quinientos años clavaron la espada en las arenas con la orden de detención para los dueños, encargados, cobradores y todos aquellos que estuvieren en el lugar, facilitaran o sacaran algún rédito durante el tránsito ilegal de mercadería.
Cayeron once, incluida una Policía María Laura Tintilay que declaró tomaba mate con una amiga antes de cruzar a Bermejo.
A todos se les imputa tentativa de contrabando agravado por la cantidad de personas intervinientes, por el monto, más asociación ilícita. A varias mujeres, una discapacitada y otras con hijos discapacitados les dieron domiciliaria. Los tenidos como dueños de las fincas quedaron prófugos.
El estudio Herrera Vasquez el abogado David Leiva junto con la defensora oficial Loutaif ejercen la defensa de los detenidos.
