“Te llevo bajo mi piel” en inglés “I´ve got you under my skin” es el título de una canción de Cole Porter que en la segunda parte del siglo pasado tuvo un enorme éxito mundial interpretado por el vocalista y actor norteamericano Frank Sinatra. No se refería a un tatuaje, como podría pensarse, sino a un amor. “Te llevo dentro de mí y me gusta llevarte dentro” concluía. Asociar la letra al antiquísimo mecanismo de inyectarte tinta bajo la epidermis venía cantado.
La práctica, de la que tenemos registro 7000 años atrás en un cazador del neolítico hallado por paleontólogos en 1991, tuvo en todas sus etapas un fuerte sentido simbólico y afectivo. Y/o supersticioso. Se tatuaban para asustar al enemigo, como ofrenda a los dioses, para entrar emperifollado al mundo de los muertos (los egipcios tatuaban a las momias) o para aumentar la sexualidad de una mujer (le estampaban un dibujo erótico cerca de la vagina y vos te ponías loco, igual que con una película porno hoy).
Al día multitudes se graban el nombre de su amor eterno bajo la piel y cuando se pelean se pasan el resto de sus días viendo como mierda se sacan aunque sea a rebanadas a ese hijo/a de puta que llevan indeleble.
La moda ha reemplazado a la representación mítica.
La aplicación del tatuaje por quemadura para criminales y esclavos ya no cuadra para nuestra especie animal. El Cristianismo consideró sacrílego, de acuerdo al Levítico, marcas o rasguños en el cuerpo y persiguió los tatoos durante los siglos que dominó el mundo. Tatuarse quedó relegado a la más baja escoria.
Desde hace unos años tatuarse es una opción de consumo más, adoptada con un carácter, sobre todo, estético. Se ha convertido en una industria y ciertos coloridos grabados otorgan status. Mirálos a los jugadores de fútbol o a Tinelli. Hizo la punta Popeye el marinero con sus dos anclas grabadas una en cada brazo.
En paralelo el arte tumbero se convirtió en un estilo chuzco, berreta, barato, sin más pretensión que signo de pertenencia a una tribu. La de los delincuentes, la de los que están del otro lado del mostrador social. Remiten a señales elementales. Como la de la unidad más simple de la comunicación visual: el punto. Juntar cinco puntos es bastante común en el hueco de la mano o en la frente. Es un dado boca arriba. ¿Qué significa?.
“Era como meterse con un ataúd recién barnizado en la casa
de tu peor enemigo…”
Noticias secretas de América Eduardo B Rawson
El motivo carcelario tiene dos interpretaciones. El punto, en lunfardo, es una persona. Según aseguran algunos los cuatro que rodean al del medio son Policías o Guardias y el del medio es el preso al que le hacen la vida imposible, otros la cuentan al revés, que los cuatro son los fuleros (ellos) y el del medio un Policía que van a matar. Como sea resumen lo mismo: “odio a la Cana”. Los tumberos expertos protestan que los pendejos se hacen el tatuaje y no saben que significa. Puede resultar buchón. Si te para la Policía con esa marca ya sabe con quien está tratando. “Mejor tatuate una patrulla” ironiza uno en Google. Vas a tener menos problemas.