“Canté, canté,
Jamás canté tan lindo así,
Los hombres pidiéndome un bis,
Borrachos y febriles,
Festejaban por mí…”
Bastidores Chico Buarque
Dicen que iban a sacarse selfies con los chanchos. Tenían unos ojos celestes que parecían estrellas de Hollywood los chanchos de la “Enriqueta” Enrique Daniel Alvarez (48) engordados en sus chiqueros de barrio estación de Yrigoyen.
Al fondo le prestaba una piecita de vivir a Juan Carlos Torres (75) que cuidaba otros chanchos del yerno. El 13 de Marzo del 2018 el abuelo apareció muerto con las manos atadas y una camisa tapándole la cabeza.
Otro conchabado de Enriqueta, Javier Rodriguez (23), dijo que ella lo había matado junto a su amigo el “Pera” Ramón Bernabé Gareca (49) que iba a diario a alimentarle los cerdos. Estaban podridos que el viejo les reclamara por la música y por las fiestas. Él había sido testigo presencial. Sus declaraciones se anularon tras un dictamen de discapacidad.
No obstante acusados de homicidio calificado por ensañamiento Alvarez y Gareca llegaron a Juicio el pasado Jueves 27 de Febrero. Ante el plantel completo de la Sala I.
A los siete meses de estar preso la Justicia cedió a las marchas de familiares y amigos por la liberación de Enriqueta conocida como la travesti que sacaba Manaos en los Corsos y le dió domiciliaria. Encima de su diabetes una caída en la cárcel la dejó con muletas. La prueba fundamental contra el dúo se había caído pero Rodriguez, habilitado para declarar, podía resucitarla.
Declaró Jueves y Viernes (en la Causa fue sobreseído) su cuento era o del que había visto o del que había matado a Torres. En resumen aseguró que no tenía nada que decir que lo habían amenazado con que iba a estar 25 años preso y no iba a ver más a su mamá de la que es absolutamente dependiente.
Los de Homicidios defendieron su trabajo y negaron los apremios. “Sabía muchos detalles” repitieron. El Martes continúan las audiencias. A favor de la inocencia que claman Enriqueta y Pera hay un rastro de ADN en la mano de la victima que no es de ninguno de los dos.
Muchos hablan de los piperos que asolan ese sector sospecha que encaja con el desquicio de ataque en el teatro del crimen. La familia de Alvarez piensa que está sentado en el banquillo por ser homosexual y los prejuicios derivados de su elección sexual.
Anunciaron una nueva marcha.