“Incesante a mi vera se agita el Demonio;
Flota alrededor mío como un aire impalpable;
Lo aspiro y lo siento que quema mis pulmones
Y los llena de un deseo eterno y culpable…”
Destrucción (Las flores del mal) Charles Baudelaire
En el Orán de los últimos años hubo un florecimiento de nuevos ricos con patente de corsos de la droga junto a un decrecer de los viejos ricos del campo o del comercio. Una escalada frenética puso al pillaje más miserable en la cima de la pirámide social con sus flotas de vehículos, con sus canchas de fútbol, con sus hoteles, con sus sicarios. Todos parecen formar un conglomerado de poder resistente a la perdida de una carga o de la mismísima libertad. El negocio sigue, el show debe continuar. Cuando llegaste arriba solo que te peguen un hondazo.
El Coya Raúl Ricardo Rojas (35) hizo una meteórica carrera. De choro de bicis subió al motochorrismo luego al asalto con pistola y de ahí a remisero exitoso con cinco vehículos nuevos que llevaba chinos a Rosario de la frontera. Charadas para la guita grande del narcotráfico con su amigo Juansuti, con el Gringo Palavecino, con el carnicero tucumano Cabezas, popes de un negocio mayúsculo. Con los primeros embarques abandonaron a los caducos pistoleros y se pusieron el traje de narcos millonarios seguramente en una estafeta de teléfono como Supermán.
El Coya cayó preso el 22 de Marzo del 2017 por una carga que llevaban dos soldados suyos. Con un celular prestado en la cárcel de Cerrillos contrató unos salteños y tucumanos del crimen rentado para matar a sus ortivas cosa que lograron con éxito el 6 de Mayo fusilando mientras comía un choripan al “Coya Lalo” Martinez (37) en Esquiú y Alvarado. El Coya Rojas se había hecho Pablo Escobar en la cárcel. Pagaba asesinatos y seguía dirigiendo su cartel de la Pueyrredón al final en sociedad con su mujer Sandra del Milagro Romero (43) que gozaba de prisión domiciliaria por los hijos.
Otra vez las escuchas lo perdieron. Los de Procunar Noa supieron que acopiaba pasto y polvo para ser distribuido en unos galpones de la calle José Hernandez y se largaron con un rejunte de tropa que le faltaba el cura y fundaban San Raúl Ricardo de la Nueva Pipa.
Secuestraron 330 kilos de marihuana y 11 de cocaína en la investigación judicial 30098/19 “Sandra Romero y Roberto Quinteros s/ infracción ley 23737”. Las publicidad estatal rebeló el argot de llamar “Iglesia” a los almacenes y “flores” a la droga en las escuchas de la pareja. Las flores del mal de Baudelaire.