“Súbitamente, ante sus ojos, vio desplazarse un objeto extraño que tomó al principio por un enorme animal: perro, cerdo, no lo sabía; quizá fuera un oso…”
Chickamauga     Ambrose Bierce

¿Eran nuestros antepasados remotos monos asesinos? ¿Logramos superioridad sobre otros animales del planeta gracias a nuestra capacidad cazadora y violenta?. Quizá en una primera etapa de la evolución humana. La amenaza estaba en las fuerzas de la naturaleza y en las fieras. Una vez obtuvimos el dominio ecológico la competencia pasó al medio social. Sería una segunda etapa. No luchamos contra la naturaleza sino contra nosotros mismos.
Contra algunos que parecen conservar aquellos genes prehistóricos de violencia que descargan contra sus semejantes. Son los ladrones, los asesinos, depredadores sociales que ya no usan los caninos prominentes sino cuchillos o pistolas. De sus ataques debemos protegernos hoy a falta de tigres, leones o cocodrilos hambrientos con los que es mucho más difícil cruzarse en la calle.

Ya que estamos en el tema, ayer, 6 de Febrero a las once de la noche un comerciante que tiene un puesto en el mercado de abasto llegaba a su casa en la Dorrego al 1500 junto a su señora. Alfredo tiene 48, ella 46. En el momento de abrir el garage para entrar la camioneta dos tipos aparecidos de las sombras paraban su moto y uno con una pistola en la mano encaraba al hombre. Dame la guita, gruñía. Comenzaba un forcejeo, unos gritos y resonaba un relámpago ruidoso en la oscuridad. El motochorro huía con su cómplice. La víctima tomándose el flanco izquierdo sangraba. El ladrón le había metido un tiro. La bala calibre 22, dirían en el hospital. Entró pero no tiene orificio de salida. Pudo perfectamente ser mortal, ese tipo de proyectil rebota en los huesos y hace desquicio dentro del organismo. Los violentos no lograron sacarle nada.

Un pariente puso en camino a la Policía. Había reconocido a uno por una W que tiene en la nuca. Era el “Tucumano” Walter Horacio Retamar (31) un escobero que en Diciembre del 2009 se mandó un raid de robos en las telefónicas de frente a la muni y la de Esquiú y Guemes a punta de un cuchillo carnicero. Por esos delitos fue condenado el 17 de Marzo del 2011 a ocho años de prisión en la Cámara del crimen de Orán.

Ya hace un tiempo gozaba de libertad. Ahora mejoró la tecnología, usa pistola. La Brigada lo pescó en el Taranto a pocas cuadras de donde vive. Lo tienen por un espécimen harto peligroso.