“…Imborrables momentos
que siempre guarda el corazón…”
Inolvidable (bolero) Julio Gutierrez
En el África te venden la aventura un poco terrorífica de enfrentarte a una fiera salvaje en su hábitat natural. En los circuitos turísticos vas entusiasmado que te aparezca un león o un elefante y luego de un feroz enfrentamiento te saquen una foto con el animal vencido. Por supuesto está todo controlado y es muy poco probable que un turista alimente los animales o sea desintegrado por ellos.
En Orán, hoy con afanes de convocar turismo, bien podría venderse la incertidumbre de sus calles como atractivo. Al final de cuentas es algo que no te vas a olvidar nunca. Nada de repasar mil veces fotos de paisajes hermosos iguales en todo el orbe. No. ¡Adrenalina!. En cada esquina los pelos de punta y un cagazo de perros. No sabés de dónde te puede salir el guacho que te esquilme. Imborrable.
Ponele, vas a tomarte un helado a Iglú en el centro, y de pronto unos pejertos de cuchillos vestidos a la última moda vagancia émulos de los pibes chorros con sus correspondientes capuchas y alentados por una mezcla explosiva de alcohol, porros y paco te exigen con ese lenguaje inentendible de los piperos que si no entregás todo te matan. El problema de este emprendimiento turístico es que a veces te matan. O te matan un hijo. Con el mismo remordimiento de un gato que se morfa una rata. O sea ninguno.
Esas son bestias salvajes que me venís con los safaris de Namibia. Y si los leones y los rinocerontes se están extinguiendo estos seres cada día se reproducen más. Con cuidado se puede pasar sin molestarlos ni mirarlos demasiado no sea que se pongan peligrosos en innumerables esquinas de la ciudad. Pueden estar en cuclillas, sobre un tronco, en el cordón de la vereda, viendo pasar el tiempo insoportable del aburrimiento crónico. Aguantando fumados o borrachos. Son territoriales, inclementes con los iguales de otras cuadras que vienen a ser extranjeros que deben exterminar y podríamos pasarnos un día entero nombrando a los pibes muertos a filo o bala en esas batallas entre los que la publicidad policial suele llamar “grupos antagónicos”.
Lo de la Heladería Iglu no es una oferta para atraer turistas es un hecho terrorista ocurrido el Domingo 23 a la noche y no fue la primera vez siendo que el negocio tiene la Caja frente a la puerta lo que les hace el campo orégano a nuestras fieras autóctonas. Eran chicos de 16 años del tupido malandraje local a los que la Brigada localizó, imaginamos, a partir del video de la cámaras de seguridad.
Los precoces cacos laburaban con el experimentado “Chino” Oscar Leandro Solano (23) de Caballito, preso mil veces, y sobreviviente hace tres meses a unos cuchillazos que lo tuvieron con la vida en jaque en el hospital. La Causa donde figura como victima tiene carátula de tentativa de homicidio. Ni quiso decir ni se pudo averiguar quien lo había punteado. Fue en una pelea pipera. Ya repuesto, se ve, volvió a la andanzas.
En turismo de miedo, de experiencias catastróficas, podemos competir. ¿El slogan? SI SALÍS VIVO SERÁ INOLVIDABLE.