“Devuélveme las llaves de la moto
y quédate con todo lo demás
No necesito nada de ti
No necesito nada de ti
pero no, eso sí que no,
la moto solo mía , solo mía…”
Grupo Palmera
¿Cuántas células hay en el cuerpo humano?. A ojo de buen cubero unos doscientos billones. ¿Cuántas motos hay en San Ramón de la Nueva Orán?. Un poco menos.
En ese enjambre motozoico las hay adquiridas de buen modo y las choreadas malamente.
No se pueden establecer porcentajes. Se venden muchas y también se roban en cantidad. La derivación natural del ladrón de motos es el motochorrismo. Con el móvil en tu poder ya podés encarar nuevas y más rentables aventuras.
Fue a fines de Junio que un vecino dejó su Keller 110 color azul flamante en la puerta de una casa del Taranto. Bueno al salir no estaba. Ni un humito del caño de escape, ni una gota de grasa de la cadena, ni unas hormigas achicharradas por el espejo retrovisor haciendo de lupa con el sol. Nada que diera fe de su existencia. El hombre llamó al 911. A la hora una patrulla vio por la Constituyentes y Pasaje Tradición a dos tipos sospechosos en una moto azul con la pechera que era una mata de cablerío. Uno saltó y huyó a tranco largo, el otro, que manejaba, fue detenido.
Era la Keller que en sesenta minutos había pasado de nueva impecable a rota y destartalada. “Me la prestaron” gritaba el conductor. Era un tipo que ya tenían tres robos de motos anteriores y dos condenas penales por droga y lesiones, importado de la Misión de Pichanal apodo “Cicatriz” y nombre Juan Carlos Facundo Carrique de 25 años. “Justo la estaba llevando a un mecánico” insistía el ladrón. Había salido hace poco de la cárcel. Volvió con una nueva causa de robo de vehículo en la vía pública.