Hay días que andas hecho un boludo. El trajín te apaga las pocas neuronas que funcionan y sos un barco a la deriva. Llegás tarde, vas a lugares donde no tenes que ir y la mina o el mino que te esperaba en la esquina se va con otro/a. Se te pasa todo, te olvidas todo, y odias haberte levantado ese putísimo día. Tu auto brilla y lo dejás en el lavadero con un lingote de oro en el asiento trasero y a la hora te despabilás “ay la puta madre!!” y salis corriendo como un Arquímedes que en vez de gritar Eureka grita ¿cómo puedo ser tan pelotudo?. Una anécdota que nos consta resume el límite del desajuste neuropático memorístico. Dejó el auto a lavar y se olvidó debajo de su asiento el cofre con las cenizas de su madre que unas horas antes le dieron en el crematorio. En este caso el alarido fue ¡MAMÁ! y una corrida desesperada que lo depositó un segundo antes que le manguerearan a la vieja para limpiar el receptáculo. No se puede ser tan desbolado. Se hubiera ido por el resumidero.
“¿Podrá algún mortal asegurar que nunca acarició con deleite alguna idea criminal?…”
El derecho penal en la obra de Garcia Marquez Antonio Cancino
Jorge Hipólito P dejó su auto en un lavadero de Colonia el Jueves 13 de Diciembre. Con cinco mil dólares dentro. No sabemos si se acordó o no se acordó pero al retirarlo la plata no estaba. Habrá repasado si no la puso con el alpiste para el canario, si no la cortó en pedacitos y la usó de papel picado en un casamiento, si no la dio de vuelto de un helado de chocolate y crema, se habrá preguntado si es que no la invertí para postularme en las elecciones del año entrante y siendo todas estas posibilidades negativas llegó a la conclusión que se la habían choreado en el lavadero. Con la denuncia fue la Brigada y recuperó de la casa del dueño casi la totalidad del faltante verde. Mangueras más mangueras menos.
Ante la duda fueron detenidos dos empleados también. Se los acusa de hurto simple. Para control de legalidad Alejandro M (46), Andres Federico A (19) y Sebastian Roberto M (24) fueron trasladados a Garantías I de Claudio Parisi. Andaría enamorado la victima. Se olvidó.