“Todo el mundo debe tener franqueza en sus ideas, en sus pasiones y hasta en sus vicios…”
Una botella de brandy y otra de ginebra Juan de Dios Restrepo
El tipo vino de Salvador Mazza a vender droga a Pichanal y cuando lo querían censar en su rancho de las tres palmeras, el asentamiento que alarga hacia la 34 la Nueva Jerusalem ubicado frente a la Técnica, decía que estaba de paso que ya se iba.
Para Agosto del año pasado un vecino lo denunció en forma anónima enojado con el aumento de la peligrosidad de los changos abastecidos de porro y pipas de una manera que calificó de “alevosa”, adjetivo que la gente de drogas que investigo el asunto volvió a usar, vendía “alevosamente”. El que suponían un tal Yayo resultó Kevin Francisco Brígido de 21 años concubinado con una chica de la Misión Yanina Avalos en el lote 2 de la avenida ancha.
Los clientes entraban y salían, algunos filmados con esa cara de satisfacción pipera oliendo la lagrimita de pasta base que acaban de comprar. Tras trece días de vigilancia Garantías 2 de Claudio Parisi les dió el allanamiento.
El 19 de Septiembre entraban los Policías logrando un secuestro copioso, ciento nueve gramos de cocaína berreta repartida en 100 pipas y un terrón entregados por la chica Avalos, otra adolescente de 16 años y Gaspar Beites (20). Junto con Brígido, el dueño del negocio, fueron acusados de tenencia de estupefacientes para vender agravado por la participación de menores de edad.
Los dos hombres y las dos mujeres llegaron a Juicio en la Sala II el Jueves 12 de Diciembre, en las vísperas del Milagro. El ¿cómo se dice? ¿Salvadormaseño? no declaró. Ninguno quiso declarar.
Lo que si en sus datos personales Brígido aceptó ser adicto a todas las drogas incluido el alcohol. Ah bueno.