
“El sheriff se encogió de hombros con inocencia desgarbada. —No estamos seguros…”
Bienvenido a la jaula de los monos Kurt Vonnegut
Avenida Los Jesuitas, Colonia, entre el barrio del mismo nombre y las Palmeras. Dos chicas circulan en su moto. Atardece. Un 17 de octubre dos años atrás.
Otro velocípedo con dos hombres se les pone a la par. Ellas caen. Medio pechadas medio de miedo. Uno de los piratas con “algo” en la mano salta y se roba el celular de una.
Vecinos se meten. Siguen a los motochorros hasta los asentamientos de Nueva Esperanza y agarran e inmovilizan a Facundo Damián Matorras hasta el arribo de la Policía.
Llega a Juicio acusado de robo calificado por el uso de arma. Lo del arma está difuso nadie la ha visto más bien la han supuesto la han presentido.
Del robo no hay dudas Matorras confiesa ser el autor. Un arrebato, dice. La falta de certeza lo favorece.
El Juez Aldo Primucci falla empatando lo que lleva preso, un año y siete meses, con la condena. Culpable de robo simple.
