Martes 11 de Diciembre. Arrastrando una pesadumbre evidente un hombre ingresa al recinto de la Sala II de Juicio a prestar declaración. Es el primero de los muchos testigos citados para el Juicio contra el “Cochi” o “Gordo” Matías Enrique Sanchez (37) acusado en el expediente penal 56825/18 de haber asesinado al “Toro” o “Torito” Miguel Diego Fernando Lazarte (26).
El hombre que se sienta frente al Juez Fayos, es el padre.
Las palabras le pesan. Se atora. Contiene el llanto. Detrás, entre el público una mujer desahoga su dolor a lágrima viva. “Si se siente mal, puede salir y luego regresa…” le ofrece el Juez. “Quiero Justicia…MI HIJO NO MERECÍA MORIR ASÍ…” concluye Miguel Antonio Lazarte.
Sanchez es un municipal, su victima un empleado de panadería. El crimen sobreviene en un After largo el 8 de Julio del 2017. Nueve minutos antes de las cuatro de la tarde Lazarte ingresa sin vida al hospital con una puñalada en el epigastrio de once centímetros de profundidad, letal, por seccionar grandes vasos (lo dirá la autopsia). Lo han recogido frente a una casa en pasaje Los Tarcos entre Mendoza y Esquiú. Hay que recrear el escenario de una gresca entre borrachos y merqueados amanecidos con final trágico. Trastocado. Invertido.
El Torito era un turista recién llegado en la chupa que venía del karaoke Caesar Palace, invitado a compartir esa siesta por su amigo el “Bicha” Leandro César Perez (24) quien en una hora vino a ser el PENDEJO que el gordo con el que se agarraron por ver quien iba a comprar empanadas, que sangraba de un ojo, gritaba que quería matar blandiendo un cuchillo en la mano. Habiendo rajado a tiempo quedaba su amigo, “hermanos” se decían. Fue muerto en representación. Por demente que parezca. No hubo ni un mínimo amago de defensa.
Gracias alcohol, gracias cocaína, por lo que les cabe.
“Creo que siempre se comete un error cuando se mete uno con un borracho. Aunque lo conozca a uno y simpaticen…”
El largo adiós Raymond Chandler
Los protagonistas fueron cinco. El acusado no quiso declarar. “Creo que lo he punteado” debían ratificar tres funcionarios haberlo oído en la caja del móvil cuando fue detenido. Ahora, por supuesto, no se acordaba nada. Con un agravante, le robó el celular al muerto. Su hermano, el “Loro” Sanchez, lo vendió por Trueque Orán y luego fue secuestrado por la Brigada. El que alquilaba la casa era el Galleta Eduardo Daniel Russo (48). Declaró posterior a la novia de Lazarte que el Bicha celaba porque su amigo la prefería y que recibió esa tarde un posteo reenviado con todas las botellas que había sobre la mesa. Russo vió cuando su amigo Matías le pegó un puntazo en el pecho a Lazarte, dijo que trató de separar en la pelea con el escapado Bicha y que luego intentaron llevar al herido en la moto pero se les caía, dijo que llamó al 911 y que todos estaban borrachos.
El testimonio del “Polo” Antonio Marco Belmonte (31) fue que se acopló a la reunión porque lo llamó su ex novia Romina Anaquín (28) que la seguía de haber ido al karaoke con Bicha. Que cuando empezó la discusión y pelea se fueron. A su turno Perez contó que Sanchez sacó un cuchillo en medio de la pelea y que en el forcejeo se cortó arriba del ojo. Que se asustó y salió corriendo. En la calle encontró a su amigo “Guiso” que lo llevó a su casa en una moto. Guiso dijo que lo vió asustado y ensangrentado corriendo por la plaza del 20 de Febrero, temblaba excitado y tenía la “cara caída” como si estuviera empastillado. Según Bicha no le había dado al Rivotril, había narigueteado merca. Lo mismo da. El único sano, sentado y pacífico, era el apuñalado.
Viernes 14 de Diciembre. Dictarán sentencia. Claudia Carreras es la fiscal y Federico Gil Neuber el defensor. Alegarán con “lógica y sana crítica racional” un crimen injusto, de tóxicos e intoxicados, de daños colaterales, de venganzas insensatas, fuera de toda lógica. Es homicidio simple. Ocho a veinticinco años de prisión la pena.