“La voz se cortó. No oí más. Ni al día siguiente, ni después, nunca…”
Una noche de Edén Horacio Quiroga
Cuesta creer que un crimen tan siniestro, con tanto diseño especulativo y espectacular, sea la obra espontánea y furiosa de un tipo delirado con no pagar. Muerto el acreedor se acabó la deuda.
Que lo haya llevado en su auto, pegado un tiro en la cabeza, abandonado en una banquina oscura para luego de unos kilómetros incendiar el comprometedor vehículo y seguir a pata como si nada es el relato que maneja la gente de Homicidios de Orán sobre la muerte de Cristian Juarez Iñigo (27) ocurrida la misma noche que arribó de Salta a retirar los papeles de una moto comprada en Embarcación. Fue el 23 de Febrero.
Viajó con uno de los tres detenidos, todos choferes de la remisería San Expedito, el “Ganga” Sandro Torres (21) a quien al arribo habría reemplazado su deudor, Oscar Cabrera (24), supuesto autor del asesinato. Bajo la hipótesis que lo mató cerca de Campichuelo y luego trajinó el cadáver hasta los alrededores de Yuchan por la ruta 5 la Causa se radicó en Tartagal pero desde ayer Viernes ya se tramita en Orán bajo carátula de homicidio con alevosía y criminis causae ( el que se comete para ocultar otro delito o procurarse impunidad).
El tercer implicado es el “Chuqui” Montero, hijo del dueño de la remisera, que levantó a Cabrera en la ruta 34 viniendo de la entrada vieja de la Nueva Jerusalem al lado de la planta de Transnoa donde los bomberos de Pichanal apagaban un auto explotado.
El marco del desastre es el de los viajes a Salta con coca o mercadería de contrabando. Habría escuchas de la Policía salteña donde se habla de un millón de pesos en disputa. Ningún dinero vale una vida.