“-¡Cuídate, larguirucha! -le grité. Yo no bromeo…”
Tercera historia Giovanni Guareschi
Bajo la óptica de la ideología de género el caso era una olla con la tapa puesta. Para el público del juicio podía tratarse de la revelación de unas conductas perversas cuanto de una gran patraña. En la Sala II el bagayero Roberto Carlos Pacheco (31) fue juzgado por golpear, secuestrar, violar, amenazar y coaccionar a su concubina. Ella lo denunció en diciembre del 2022 cuando tras abandonarlo y llevarse los muebles él reaccionó violentamente.
En la casa de Vialidad donde ocupaban una de tres piezas colindantes convivían con la mamá y los hermanos de la mujer.
Se despachó que su marido enfermo de celos hizo que el amor se transformara en un martirio del que acabó huyendo. Para Pacheco se había ido con otro. La acusación era un invento liberador. La familia de la reclamante declaró a favor del supuesto verdugo. Ese “narcotraficante” que los había comprado con plata y droga y que le quería meter el pene por la oreja según la denunciante.
El abogado defensor Ariel Ovejero alegó con la más fea. Antes que nada la mujer no miente y el hombre es un mentiroso. Pensar lo contrario es ser un machista antediluviano. Habló de la dictadura de género. De los baches de la historia. A Pacheco lo sentenciaron a nueve años de prisión.