“Ser pobre señor, es irse quebrando como cualquier ladrillo muy pisado…”
El anillo Elena Garro
Vive cincuenta kilómetros biósfera de las yungas adentro en Rivadavia banda sur para el lado del río grande, nos cuenta, que debe ser el Bermejo o el Teuco ese brazo paralelo al pueblo que dejó al cambiar el cauce el siglo pasado. En un ranchito con su mujer y sus hijos juntando miel o pescando para sobrevivir a los desafíos de una naturaleza indómita.
El año pasado Vicente fue condenado en suspenso por una muerte que hizo en un entrevero de rifle y machete en el estero de las vacas del puesto donde changueaba. Fue en defensa de su patrón atacado por una familia vecina.
El destino lo trajo de nuevo a Orán. Ahora como víctima.
Su cuñado, un chico de 17 años, con el que tomaban, le pegó dos hachazos furibundos en la cara y el cuello. Perdió la visión de un ojo. Vino a pedir que lo larguen, “estaba machado por eso actuó así” justifica. No quiso denunciar.
Es dura la vida en el chaco.