“El chico había agachado la cabeza, como los boxeadores cuando no pueden más y esperan el golpe de desgracia; se había alzado el cuello del sobretodo, parecía más que nunca un prisionero, la perfecta víctima que ayuda a la catástrofe…”
Las babas del diablo Julio Cortazar
Todo aumenta. No solo por la inflación. Hay una tendencia al crecimiento de las cosas y, al tiempo, otra a la decrepitud. Un globo que se infla y al final explota. Por ejemplo en nuestra frontera hemos pasado del contrabando hormiga al bagayeo libre, una ampliación indudable. Para eludir controles ya no tenés que hacer de buzo en el Bermejo o de Tarzán por la selva sino caminar por tu pasadizo autorizado por funcionarios de vista gorda. Exceptuando la droga que circula constante con camuflaje diverso el contrabando de lonas de ropa, zapas, zapitos y conexos cumple horario corrido hasta las veinte y de allí en más, los chancheros copan la parada.
Tienen sus campaneras, sus patrones y vienen por el monte compartiendo salida con los pasadores diurnos o derecho viejo por el Pescado. Cada cual atiende su juego y el que no y el que no, una prenda tendrá.
El Martes 19 de Marzo en Abra grande hallaban muerto en la banquina barrosa al Jesús Angel Marcial “Bagayo” Velarde de 23 años con un chancho de hojas de coca al costado.
Frente al monolito que recuerda a los gendarmes Sarapura, Gandarillas y Villanueva muertos en Enero de 1982 por contrabandistas de coca bolivianos. Casualidad, otro supuesto accidente ya no en la ruta 50 sino en la 34 dos días después, donde moría el motociclista Pichanalense Cristian Cisneros chocado por una camioneta, había un monolito que recordaba a un Policía accidentado.
Velarde era de barrio Libertad pero desde hace dos años estaba juntado con Magdalena en el 17 de Agosto a la vuelta de la escuela del 20 de Febrero, tenían dos nenas, una propia de año y medio y la otra del corazón, de ocho. Siempre trabajó en la frontera, primero de chanchero luego pasando bagayos de ropa y hacía tres semanas con la merma del negocio por los precios había vuelto a los viejos chanchos. Le pagaban quinientos pesos por la carga puesta en destino.
El día de la desgracia Magdalena se comunicó cerca de las diez de la noche, estaba bien iba por el segundo viaje pero no podía salir de Aguas Blancas porque andaban los gendarmes, calculaba retornar a la medianoche. Ella le había pedido que le trajera dos mochilitas para las nenas. “Las tengo” le dijo.
Más o menos a la hora que pensaba llegar caminaba con su bulto del río Pescado a la entrada de Abra Grande donde a la noche hay una posta de chancheros. La patrona de la carga se lo había indicado por celular. Al rato para preguntarle si estaba lo llamó. YA NO LA ATENDIÓ. HABÍA MUERTO. A las horas la mujer intrigada y preocupada por la coca fue a buscarlo pero reculó al ver las luces de las patrullas de gendarmería y Policía. Algo grave había pasado.
A Velarde un vehículo le apretó la cabeza. Tenía la huella de un neumático cuyo diámetro se discute desde el de un camión o colectivo al de una camioneta. En otras partes del cuerpo no tiene lesiones. Ahora bien, EL MISTERIO ES CÓMO CAYÓ AL SUELO. ¿Se tiró a dormir a la vera de la ruta? ¿se desmayó ahí, lloviendo y todo, de la macha que tenía? (Magdalena nos cuenta que cuando habló con él estaba sobrio). De lo contrario tendría que tener la lesión que lo hizo caer. Y no la tiene. En horario nocturno en el lugar hay tránsito. Se reúnen los coqueros con sus autos. Los de homicidios tienen la lista de los que indicó la patrona vió pasar cuando fue a buscarlo. Hasta ahora no hay nada. Podrían hacerle luminol a toda la flota del San Antonio por si sale sangre en alguna rueda. Llovía, había mucho barro, es complicado.
¿Dijo algo Jesús esos días que pusiera ayudar a la hipótesis de un crimen?, su concubina solo recuerda un enigmático “me tienen envidia”. Hablan además de una patrulla de tres gendarmes, hablan de una marcas en las muñecas, rumores. Si algo faltaba para oscurecer más el caso a Madgalena le llevaron las dos mochilitas para las nenas con la historia que él había pedido que se las entreguen. ¿A quién? ¿Cuándo?. Nadie sabe. Nadie contesta.