Había nacido en Marzo del 59 en el Departamento San Martín pero a los 46 años José Armando Rejis ya era uno más de Orán. Se lo conocía por ese pasito nervioso de cola parada y puntas de pie con el que se lo vio trabajar sin descanso siendo enfermero del hospital primero, y comerciante gastronómico, después. Muchos lo recuerdan como dueño del boliche de la calesita de la plaza San Martín donde atendía las mesas hasta la madrugada. A nadie se les escapaba que era gay, sencillamente porque nunca lo ocultó. Y hasta unos cuatro años atrás solía pasear plumas para los carnavales en las comparsas de la ciudad y de Yrigoyen.

“Su orgullo gay lo defendía a las piñas y era bueno para eso” dicen sus allegados y su historia. Por eso cuando la madrugada del Lunes 22 del mes lo encontraron agonizando en la entrada del barrio Estación no pocos pensaron que pudiera haberse enfrentado a trompadas con patoteros del sector hasta que alguno, para pararlo, le descerrajó esa enorme piedra ensangrentada que se veía a un costado de su cabeza partida.

Sin embargo el primer diagnóstico de traumatismo severo de cráneo con pérdida de masa encefálica reflejaba la saña utilizada y daba pie a un drama pasional. Ese donde aparecen machos tardíos ( o putos reprimidos) que con ferocidad y violencia quieren dejar constancia de su “asco” a los maricas.

El camino a la verdad iba a llegar de la mano de un secreto capcioso de teléfono. Sin darse a conocer una voz femenina aseguraba que los que habían golpeado a Rejis eran dos changos de 18 años y mala fama de barrio Estación. Uno apodado Jairo y el otro llamado Hernán. Al parecer la mujer intentaba desviar la pesquisa hacia ellos porque, se sabría luego, resultó ser su hijo de 16 años el que terminó confesando haber arrojado la primera y única piedra brutal.

El “Tonto A…” y “Coco” iba camino a su casa cuando se cruzaron con Rejis en la entrada al barrio. Estaba con el “Chino”, el “Negrito” y otro que parecía su pareja. José andaba bien machadazo. Los chicos lo conocían y pararon. Aquí las versiones se bifurcan. Según ellos el gay se puso cargoso y los empezó a toquetear al grito de que “todos eran Putos!!”. Eso los enfureció y lo atacaron a trompadas. El hombre cayó más por el efecto de la borrachera que de los puños. Lo patearon. Por el mareo etílico le costaba recuperar la vertical.

Sin embargo lo peor de la bronca desatada estaba todavía por venir. Porque el tal “Tonto” alzó una piedra y con toda su fuerza se la tiró a la cabeza. Quizás el ruido tétrico del estallido de los huesos del cráneo los haya hecho huir. Eso dicen que hicieron sin animarse a mirar hacia atrás para ver las consecuencias de su acción.

Contra esta historia, que puede haber sido imaginada como defensa, hay otra que dice que el que montó en cólera fue Rejis tras ser insultado en su sexualidad y tildado de “Puto” por quienes terminarían matándolo.