“Era más blanda que el agua
que el agua blanda
Era más fresca que el río,
naranjo en flor
Y en esa calle de estío,
calle perdida,
dejó un pedazo de vida
y se marchó…”
Naranjo en flor Homero espósito

Domingo, mediodía, monte espeso, doscientos metros del Hogar Niño Jesús en Campo Chico. Un hombre busca leña. La tragedia lo sorprende. Debajo de una enramada y totalmente desnudo yace el cuerpo sin vida de una joven. La visión lo estremece y huye. Al llegar a su casa y contar lo vivido recibe el consejo de no hablar. Más tarde jugando al fútbol los remordimientos lo atormentan y decide presentarse en un Medio de comunicación de la zona para relatar lo que vió. El dueño de la radio denuncia el caso a la Policía.

A media tarde el escenario del crimen está repleto de gente. Ha llegado el Juez de Instrucción de segunda nominación Carlos Fuentes Mayorga, el titular de la Secretaria Penal 1° Jorge Boneto, el médico legal de Policía Nestor Mercuri y personal de la Unidad regional y la Brigada de Investigaciones. El cadáver está limpio y presenta varias heridas cortantes en la cabeza, una de ellas de diez centímetros de largo ubicada en la base del cráneo. Las lesiones hablan de un ataque demencial. El médico opina a simple vista que fue sometida sexualmente. Se realizan las primeras actuaciones.

En el lugar no se encuentran indicios ni pistas alentadoras. La ropa no aparece. No hay signos de violencia en derredor. Tampoco hay testigos. El Comisario principal Salustiano Aramayo, jefe de la Brigada de Investigaciones, inicia, bajo los lineamientos del Juez, las acciones tendientes al esclarecimiento del aberrante asesinato.

En calle Constituyentes 1180 Eufemio Torres y Flavia Romero de Torres habían iniciado la búsqueda de su hija. Al anochecer un vecino les avisa que a dos cuadras de la casa encontraron un charco de sangre. Todos esperan que no tenga vinculación con la tardanza de Mariela. Aún así los padres se dirigen al hospital San Vicente de Paul donde son informados de un cadáver con las características de su hija que se halla en la morgue.

El acta de función dice que Mariela Romero de 21 años DNI 24359247 falleció el 1-12-96 a las 4 de la mañana. La autopsia revela como causa de muerte paro cardiorespiratorio post traumático y asfixia por estrangulamiento. La firma el médico de Policía.

La mañana del 3 de Diciembre el Padre Diego Calvicci hace esfuerzos por contener la bronca y no perder la calma en la misa de cuerpo presente que despedía a Mariela. Padres, familiares, compañeros, amigos, vecinos azorados y periodistas asisten al último adiós de la joven y la acompañan formando una larga caravana desde la parroquia del barrio hasta el cementerio local. El día anterior se ha formalizado el repudio general a través de los Medios y también el pedido de ayuda a quienes pudieran haber sido testigos casuales o tener algún tipo de información vinculada con el crimen.

De boca en boca se multiplican las versiones, las especulaciones y las tentativas de explicación pero nadie se presenta. Las preguntas son innumerables y no tendrán respuesta concreta. Los rastros han sido cuidadosamente borrados y el hecho se ha cometido con inusual saña y rapidez. Se modifica el horario de la muerte del acta de defunción y se establece entre las 6.10 y 6.15 horas. Las pericias medico legales constatan violaciones reiteradas por vía vaginal y anal. La carátula de la Causa reza homicidio calificado/ violación seguida de muerte. Se descartan hipótesis de venganza o de crimen pasional premeditado con las primeras averiguaciones. Para el Juez se trata de por lo menos dos agresores con cierta formación cultural que les permitió borrar todo indicio que pueda incriminarlos.

Se escuchan quejas en el Juzgado por la poca colaboración de los vecinos “alguien tiene que haber visto u oído algo” dicen. Se arriesga la posibilidad que Mariela conociera al o los asesinos, que estos se trasladaran en un vehículo y se ofrecieran acercarla a su casa, capturándola sin resistencia. Para quebrar esta teoría era necesario volver al lugar donde el charco de sangre (Beltrán y Lavalle) indicaba la violencia con la que se la interceptó. ¿Cómo se comprobaba esta suposición?, sencillamente analizando la sangre. Aparece aquí, no el primero, pero sí uno de los más groseros errores de la investigación: no se tomaron muestras de esa sangre que con un elemental peritaje hubiera dado luz a la primera certeza en el caso.

A poco de hacerse cargo de la Causa, el Juez Fuentes Mayorga pide licencia para ser sometido a una intervención quirúrgica en Salta. Lo reemplaza Oscar Blanco. Todavía convaleciente de la operación el Juez Fuentes lee en el diario provincial que el asesino de Mariela ha sido atrapado y el caso está resuelto.