“En Inglaterra se dice que ningún hombre es condenado mientras exista una partícula de duda en cuanto a su culpabilidad. Wenway veía que éste era un caso dubitativo para un jurado…”
Copia del original Hylton Cleaver
A los 19 años el “Bebe” Pablo Gastón Campos soñaba con jugar en River como tantos chicos. Vivía con sus padres en barrio aeroparque a media cuadra de donde vieron con vida por última vez a Mariela Romero (21) hace 24 años. Igual que ella tenía un bebé de nombre Juancito y se arreglaba para vivir trabajando en un taller de chapa y pintura.
La madrugada de la navidad del 2019, unos meses atrás, protagonizó un accidente vial que le costó la vida. Volvía en su moto Yamaha 125 de un gira festiva por la Tropi y Los Sauces con Gonzalo, su primo, de 17,y en la esquina de Lopez y Planes y Rivadavia terminó debajo de un auto blanco que esperaba pasaran los vehículos liberados por el semáforo de la Esquiú.
Sufrió fractura de base de cráneo y murió a los veinte días ya derivado a Salta. El siniestro, como todas las cosas en este tiempo, replicó en las redes con acusaciones cruzadas de un tercer involucrado. Era el conductor de una camioneta roja que transitaba en la misma dirección el “Coya” Cristian Alfredo Abán (19) que lo habría chocado y mandado debajo del Ethios blanco. No dejaba mentir un rayón colorado en la moto.
Decían que lo había hecho a propósito por una bronca de novias compartidas y sucesivas de ambos adolescentes. Abán por su parte denunciaba que Campos era un motochorro que había intentado robarlo en el semáforo y que tenía un corte en la mano para probarlo. O sea era cierto que había participado. La cosa era si en defensa o en ataque.
Leopoldo y Sandra, los papás de la victima no tienen dudas, su hijo fue asesinado. En la Justicia Abán por el momento está acusado de homicidio culposo. Esperan revertir la carátula y reivindicar a su hijo según ellos gratuitamente acusado de motochorro siendo que no tiene ni caídas ni antecedentes de ningún tipo y aparte no se le secuestraron ni cuchillos ni pistolas ni nada en la rodada.
El caso tiene todos los ingredientes típicos de las tragedias urbanas desde la obsesión dolorosa de unos papás hasta las historias de la plata que corre para que algunos testigos pierdan la memoria o declaren versiones favorables o las estrategias de los abogados o aquellos intrigantes infaltables.
Los Campos eran cuatro hermanos, quedan tres y gran tristeza, un enorme dolor en esa familia.