“Estaba llorando, ruidosamente, como lloran los niños…”
Las dos partes implicadas J. D. Salinger
El Juicio contra un enfermero y mecánico chaqueño de 65 años se alargó más de un mes quizá con la secreta esperanza que fueran mentiras todas las inmundicias que según la acusación había practicado contra sus hijas cuando eran unas nenitas de siete años. El milagro era imposible. Las denuncias eran de ellas, ya mujeres grandes, marcadas para siempre por esos abusos paternos.
En una de las audiencias entre el 20 de Julio y el día de hoy que el Juez Aldo Primucci de Sala I dictó sentencia, el hombre habló. La culpa era de la mujer que lo carnereaba y para quedarse con la casa y el auto había convencido a las hijas de acusarlo. No dijo nada de la amiguita de ellas que declaró la metía en la pieza para hacerle cochinadas.
Sobre que las hacía ver películas pornográficas dijo que estaban abonados a un servicio de Direct TV que incluía porno. Hay una rabia contra mí, concluyó.
Fue condenado a dieciocho años de cárcel por abuso sexual gravemente ultrajante calificado por el vínculo y la guarda y corrupción de menores igualmente agravada.