“Contempló sucesivamente a todos, y llegó a una conclusión asombrosa: ¡No hay uno que no sea culpable!…”
Crimen en familia Ameltax Mayfer
En otros tiempos las cosas estaban claras. Los ladrones eran los ladrones, los retorcidos, los hampones, los resentidos, los malos en una palabra. Mientras que los expoliados, sus victimas, eran de saco y corbata, los distinguidos, los laburantes, los buenos sin duda.
Las categorías estaban bien definidas. No había confusión.
Pertenecías a uno de los dos grupos, a saber, la gente de bien o el malevaje.
El devenir histórico fue desgastando esa dualidad social y al día de hoy, en democracia, el que no llora no mama y el que no afana es un gil.
Los de arriba no son los buenos y los de abajo los malos.
Hay como una inversión incompleta. Indescifrable. Todos roban a todos, sin importar pelo o color.
La hecatombe en Orán puede describirse como ladrones que se roban entre sí. No es más el rico que le roba al pobre ni el pobre que le roba al rico ya que todos buscan ser ricos y muchos de los viejos pobres tienen más propiedades que un finquero o un político y manejan las mismas camionetas de millonario.
Si los antiguos ladrones se han hecho acaudalados ciudadanos no han hecho más que ponerse en la mira de los colegas que se quedaron en el camino. Yo voy donde está la guita hermano, no me vengas con cosas raras, dicen los choros cuyas gestiones criminales no han dado los frutos esperados.
Así tenemos bandas de encapuchados, de disfrazados, de fantoches armados, que les roban a otras bandas más exitosas. O a los bagayeros prósperos de zona liberada y legalidad forzada.
La Policía, bajo la lógica de buenos y malos, está desconcertada. Aquel poligrillo que metían en cana por robarse la ropa de las sogas es ahora un poderoso con abogado que les cacarea sus derechos y les da lecciones de moral y correcto proceder.
De los promocionados allanamientos para terminar con una banda de falsos Policías realizados el pasado 29 de Septiembre de los trece detenidos quedan cuatro, acusados de conformar la troupe de asaltantes para el magro botín de un cuchillo de plata y unos pocos pesos. Sobre los otros atracos las victimas se desdijeron en sede judicial. En una ampliación de declaración la semana pasada el tal “Tronco” hizo saber que era imposible que fuera socio del “Piyo” ya que eran de bandas rivales, hasta se habían tiroteado en una cancha de fútbol por una droga en disputa. Está clarísimo, somos Boca y River, juntos no podemos estar. ¿Qué estás diciendo Juez?.
A una bagayera del Libertad, hermana de un delincuente ranchada del hoy afamado Juansuti Aguilera y del sobreviviente de los sicarios Laburito Gerónimo, se le metieron en la casa y le robaron mucha plata. O la tenía muy a mano o era un dato. Cien mil pesos.
Fueron de pipero en pipero para averiguar que al “Coya Gustavo” lo habían visto corriendo en los cañaverales con un fajo de billetes en la mano. Era un vecino coleccionista de denuncias por robos.
Lo pillaron en su casa con una orden de allanamiento la mañana anterior al día de Noche Buena con buena parte del botín en efectivo. Fue identificado Luis Gustavo Alarcón (25). No se le concedió el beneficio de los cien años de perdón.