“No arruiné a nadie para hacerme rico, en eso estoy tranquilo, más bien jodí a unos cuantos por volverme pobre…”
Sueños de perro Kike Ferrari
El horno no está para bollos. La peste llegó al río. Al río Bermejo y aledaños. Hay una histeria general entendible. Parecía tan lejos el mal de los murciélagos de los mercados de Wuhan.
Si venía por el oriente podía colarse por el estrecho de Bering y hacer un segundo poblamiento de América. Eran de mil a diez mil años. Lo mismo en sentido contrario. Hasta que naciera otro Cristobal Colón cruzando el Atlántico, imaginate. Pero no, en unos pocos meses el Covid provocó un descalabro universal. Viajó en avión primera clase.
Su conjuro caldea los ánimos en la frontera clausurada. Tan impermeable como cuando estaba prohibido el contrabando. Anfibios y montaraces los bagayeros marean a la Policía y a los helicópteros de gendarmería ingresando por cruces inusitados.
Ayer una patrulla de Aguas Blancas interceptó un contingente. Hubo una batalla campal. Defendieron los bultos y las lonas a piñas. Si nos quitan nuestro medio de vida también vamos a morir, pero de hambre, aducen.
No sabemos si hubo detenidos, trompadas si, se repartieron muchas.