“Un poco al modo Tolstoi diría que todos los polvos felices se parecen, pero los infelices lo son cada uno a su manera…”
La uruguaya Pedro Mairal
El bulín o cotorro de acuerdo al diccionario de la real academia española debe reunir ciertas características para ser considerado subclase dentro del colectivo cuatro paredes.
No nos referiremos en esta exposición al buline que sería un reservado de mujer en el idioma inclusivo.
Debe constar de una cama, preferente pero no definitorio, ya que de parado tiene su gracia. Unas paredes gruesas para que no se escuchen los ruidos de dicha cama o los repiqueteos fogosos contra la pared. Estar ubicado a una distancia considerable del cornudo, cornuda o cornude y si es posible detrás de un fachada insospechable. Y un baño, esencial.
Recordando que la tesela refiere a bulines y no a telos o amoblados que son un ítem que se estudia por separado. Antiguamente se les llamaba departamentos de soltero, no tan antiguamente porque si bien había edificios en la época romana los actuales panales son de fines del siglo XIX. Soltería hubo siempre.
Usted pensará que no es la arquitectura lo que define a estos lugares de amor sino las ganas. Los yuyos pueden ser un maravilloso bulín. Lo que si en cualquier caso se exige discreción. Raramente hombres y mujeres casadas concurren a bulines acompañados por personas distintas a sus legítimas parejas.
Las religiones tienen para ellos castigos inquisitorios, no así para sus clérigos que, fijesé usted, pueden usar de bulines los templos y practicar en ellos la pedofilia.
Y si resulta inconcebible el sexo en las iglesias que podríamos decir si a algún Policía se le ocurriera usar de cotorro la comisaría o sede de su división y ¡llévame diablo! utilizara ese ámbito sacrosanto de cumplimiento del deber para comerse a un compañere casado.
De acuerdo a unas publicaciones del Face maledicentes acusan a inmaculadas y castas efectivas de la Fluvial de recibir en horario de trabajo a presuntos amantes que serían de la misma repartición. Califican a esas catedrales de la seguridad, de la subordinación, el valor y el servicio a la comunidad como bulines.
Se trata evidentemente de calumnias e injurias que deberían ser denunciadas en una dependencia imparcial. Estúpidos que nunca faltan fantasean con coitos en canoas o lanchas sobre el agua que tienen el piso blandito. Por supuesto es necesario decir la verdad con la valentía que nos caracteriza, caiga quien caiga. Jamás hubo cuernos entre policías y mucho menos jamás de los jamases se usó instalación oficial alguna como bulín. Amor, pedile la cama al preso que no doy más.