“Las ametralladoras se disimulaban en las terrazas, en los puestos de periódicos, en las canastas de flores, en las azoteas…”
Avenida… Juan Carlos Onetti
Rataplan rataplan rataplan plan plan tamborillean las marchas militares mientras aviones y helicópteros y paracaidistas asombran a los vecinos que salen con banderitas a vivar al glorioso ejercito argentino pero el de San Martín que era bueno y no el de Videla que era malo y se meten adentro con unos petardos de artificio y unas bombas de cuete que dan miedo a todos menos a los ladrones que no son vicuñas en el horizonte sino felinos siniestros de carne y hueso que viven un momento de gran actividad como los militares.
Se preveía con la decadencia del bagayo que la mano de obra desocupada volviera a sus viejos modos de procurarse el sustento pero se nota un avance en las técnicas y en los mecanismos de inteligencia previos al golpe y un estancamiento en los modales de toda la vida que son los de unos verdaderos terroristas hijos de puta. Bravos con mujeres, con abuelos, con niños, con cuchillos o pistolas en la mano, violentos como ven en la tele son los marginales que si no les dicen donde está la mosca los cagamos matando y dejan de sufrir para siempre, filántropos somos.
La Policía no caza one. Vive en la parálisis de ser cagados a pedos si hacen algo y ser recagados a pedos si no hacen nada. O son brutales represores o son inservibles.
El 11 de Enero pasado el calor de la siesta fue el infierno para unos comerciantes de Aguas Blancas que volvían a su casa del Patrón Costas con la recaudación en un bolso y fueron atracados en su puerta del pasaje Uspallata por cuatro bandidos de revólver que por todo corcel montaban sendas motos. Hicieron nueve tiros y le metieron uno en el tobillo al hombre y en unos segundos de operación comando se llevaron la guita.
Los filmó una cámara de la esquina y allí los “investigadores” reconocieron con su olfato infalible a un montón de tipos distintos, algunos de ellos estaban presos, y nunca se supo nada de ninguno.
El gran dato, según reconoció ayer un efectivo en el Juicio que se llevó adelante en la sala dos contra el único detenido e imputado, fue un pipero que se acercó y les dijo que era el Lilo y el Ale Coronado.
Fueron a barrio Mitre a la casa de Enzo Carlos “Lilo” Flores (21) no encontraron ni plata ni revólver pero si lo decía un pipero guarda. Era narigón como las victimas decían de uno con gorra. Rueda de reconocimiento y pum lo marcaron. Como dijo su abogado defensor Ariel Ovejero bajo sospecha de lo que la Brigada hace siempre que es indicarle al testigo el que tiene que reconocer. Con eso lo liquidamos. Por lo menos tenemos uno para presentar en tanto fracaso. “Me están echando la culpa por tener una nariz grande” dijo al declarar.
El Juez Fayos lo condenó a siete años.
Afuera los ejercicios militares rataplan plan plan dejaban una estela de seguridad imaginaria mientras tres tipos disfrazados de trabajadores del Dengue se metían a robar en una casa golpeando a dos mujeres y amenazando matar con un arma a una chica en silla de ruedas.
Por suerte los jefes policiales pusieron toda la tropa rataplan plan plan en la calle en un nuevo operativo que acabará con el delito, la concupiscencia y el desamor. Estamos salvados.