“Las gotas de suero bajaban lentamente por el cordón conectado a la vena de mi brazo derecho. No sabía porqué estaba allí. Tenía conciencia de lo que me rodeaba. Mis ojos entreabiertos me lo decían. No podía moverme, ni pronunciar palabra…”
Testigo ocular Alfredo del Arroyo Soriano
Que le machaquen contra un piso de cemento la cabeza a una viejita de casi 80 años que apenas anda con un bastón es una tentativa de homicidio acá, en Honolulu, en Singapur, en la corte del rey Arturo o en la magnifica Tenotchiclán de los mixtecas de Moctezuma, si es que existiera. Eso si sobrevive. Y si el autor de tan brutal ataque es el hermano califica por el vínculo. San Ramón de la Nueva Orán parece ser la excepción. El Viernes 8 de Marzo a la tarde ingresó al hospital desfigurada a golpes y en un estado desesperante doña Francisca Alcoba un abuelita vecina de barrio estación detrás del Cristo Pobre.
¿Quién la había hecho eso?. Su propio hermano un ex Policía de nombre Héctor Alcoba de sesenta y tantos. Contó que de atrás la empujó contra el piso y le hacía retumbar la cabeza mientras salpicaba todo el recinto con su sangre. Viven juntos y al parecer fue una reacción a que Francisca le pidiera QUE SE VAYA cansada que no aportara nunca ni un peso, ni una papa para el guiso.
El hombre fue detenido Y LARGADO A LAS DOS HORAS.
Si eso es un disparate (además de un peligro para la victima) la arreglaron poniéndole custodia policial en su cama de internación del hospital.
O sea, es incoherente, temen que la mate (por eso la consigna) y lo dejan libre. Una hija de Francisca que vive en Pichanal y la acompaña no lo puede creer. Nadie podría. Están aterradas. El hermano le pegó un palazo de remate coronando su acto. Falló. ¿Será que lo tipificaron como una violencia familiar intrascendente?.¿Será que logró impunidad por ser ex policía?. Agregue el lector la explicación que le parezca.
Ya le había pegado otras veces (castigar a una abuelita inválida siendo esa abuelita tu hermana que solo te pide que la ayudes muestra rasgos psicopáticos severos en el agresor).
Está vez casi la mata.
El caso saldrá en el libro Guinness de los records mundiales de impunidad. ¿Dónde fue eso?: en Orán, Salta, argentina.