“Este proceso requiere el arte de leer las mentes, estudiar los caracteres, y adivinar los sentimientos que anidan en los corazones…”
La tragedia del pañuelo Michael Innes
Todos se quejan. En el país de la queja la queja es ley. Siempre hay algo de qué quejarse. Por supuesto hay formas y formas. Los plebeyos nos quejamos medio a las puteadas, con guarangadas, los jerárquicos utilizan un lenguaje más refinado, recurren a la dialéctica, al contraste de puntos de vista. En la Justicia no le vas a decir a un Juez ¿qué hiciste macho? ¿sabés que podés hacer con esa sentencia del orto?, no, no, protestás con elegancia a través de un recurso establecido de queja, de apelación o de casación si no estás conforme con un fallo. En el doliente caso de las hermanitas Vane y Gise Barba muertas en un accidente vial provocado en Julio del 2008 por María Florencia Bridoux (30) condenada en Diciembre pasado a ocho años por homicidio simple con dolo eventual, tanto la fiscalía como la defensa casaron. El 6 de Febrero la Sala II de Juicio concedió ambos cuestionamientos y los mandó al tribunal de impugnación para que los estudien. La Fiscalía pide que le suban la condena a 11 años tal como solicitaron en sus alegatos y que anulen el sobreseimiento por lesiones culposas contra los papás de las victimas. La Defensa pide que la absuelvan de culpa y cargo, derecho viejo.
El dictamen de los Jueces no convenció ni en la calle, ni en la propia justicia, a nadie. “Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados” escribe el Defensor Dario Francisco Palmier, citando a Tato Bores, reclama que se hayan dejado llevar por la presión social y el revanchismo en un debate, a su criterio, nulo por estar el delito prescrito. Y que tanto la selección y valoración de la prueba pericial y testimonial fue orientada a “condenar a cualquier coste”. Sobre la incompetencia de los magistrados la Fiscal Mónica Viazzi no se queda atrás. Les critica que ni hayan visto ni sancionado las lesiones de Alicia Gomez y Orlando Barba, quemaduras de secuelas permanentes como el borramiento de las huellas digitales o unos dolores agudos de espalda. Sobre la condenada la pintan día y noche. Desde una villana que salió a matar hasta una chica normal protagonista de un siniestro no querido que la sumió a un estado psicológico que la hace inimputable. Todo muy formalote en el expediente 24374/11. Ni un improperio. Habrá que ver como termina. Y cuando.