Una suerte rara o, quizá, el destino, quiso que la Peña Colorada, acceso a la finca Checada, yendo para Aguas Blancas a la izquierda altura kilómetro 60 de la ruta 50, donde la escuelita y el almacén preludian unos bananales de hilera que van laterales a una profunda hondonada que te deja en una recta larga por la que, sinuosidades mediante, llegás a la frontera, figurara dos veces en la misma semana en las sección Policiales de los Medios.
El 22 de Agosto a las 12.30 del mediodía un control de gendarmería instalado en el ingreso paraba un taxi con chofer (Ecosport blanca) y dos pasajeros que tenía una sorpresa (o no tanto) en el baúl donde se observó una lona de arpillera y debajo dos cajas con ladrillos que no eran de adobe sino de cocaína. Cuarenta y tres paquetes que pesaron más de 45 kilos. Un nada modesto cargamento. Uno de los pasajeros dijo en principio ser el dueño. Lo identificaron como Pastor Leyton Gira, boliviano, sin documento. En el escuadrón cambió la versión y dijo que era del otro pasajero Héctor Gabriel Noveno (18) de Orán. Quedaron detenidos. Al taxista Luis Alberto Rivero (31) se le tomó declaración testimonial.
“El sol cae a plomo, y la calma es muy grande, pues ni
un fleco de los bananos se mueve. Todos los días, como ese,
ha visto las mismas cosas…”
El hombre muerto Horacio Quiroga
Cinco días antes el Viernes 17 entrando a los bananales era muerto el “Chula” Jesús Alberto Gareca (56) un cortador de cachos desde hacía 15 años y hombre de confianza de los Checada, que vivía con sus hijos en los 200 Años de Orán. Le contaron 13 tajos de cuchillo uno de los cuales en el pecho le alcanzó el corazón. Era un hombre fuerte y grandote. Había terminado una trocha de banana y coqueaba sentado la vuelta de su compañero hombreador cuando fue atacado. No era un desconocido, era o había sido su yerno y el padre de su nietita adorada al que ya había corrido y golpeado por sus conductas de drogadicto con la hija. Trascendió que le reclamaba un abuso pero toda su familia lo desmiente. La historia que manejan es la de una venganza, brutal. El dato que el hombre no tuviera lesiones de defensa les da la razón.
Mauricio Nieva (26), el ex yerno, dicen que fue ese día de changarín con los que alzan en la salida de Sarmiento. Según sus parientes políticos estaba perdido por el vicio de la droga y no solía trabajar. Dio un nombre falso en la finca. David Segundo. Tenía un encono con su suegro y deliraba que había violado a la hija para tener una excusa de devolverle que lo corriera con una cagada. Aseguran que hombreaba con otro cortador por una trocha paralela a la de Chula todo el tiempo con la capucha puesta tapándose la cara. Solo se dio a conocer cuando le pegó los puntazos sabiendo que no tenía en la mano su considerable y filoso machete bananero con el que lo hubiera hecho tasajo de solo verlo. El homicidio está calificado por premeditación y alevosía. El tipo, están seguros los suyos, fue a matarlo. Y esperó el momento justo que no pudiera defenderse para actuar a traición.
Todo pasó en la Peña Colorada. Crimen y narcotráfico. Uno detrás del otro.
