“Porque el viejo podía matar algo para comer, pero nunca hubiera hecho algo así…”
La marca del ganado Pablo de Santis
Matar al padre es una metáfora Freudiana con notables interpretaciones. Desde la liberación natural del hijo del yugo paterno hasta el asesinato por competencia sexual con la madre.
En el caso del “Garrapata” Mario Ernesto Pastrana (24) que cegó la vida de su padre Ernesto Pastrana (72) la Justicia tuvo distintos puntos de vista. Hasta el juicio abreviado celebrado hoy el hecho se caratulaba homicidio calificado por el vínculo. A partir de la audiencia menguaba a homicidio calificado con exceso en la legítima defensa.
El espantoso asesinato de un anciano alcohólico se transformaba en un acto de justicia un poco exagerado. Al cambio, de una prisión perpetua pactaban cuatro años de cárcel.
Esta nueva interpretación le daba crédito a los dichos del acusado que el padre había “tocado” a su hijita de tres años lo que desató su furia. Todo ocurrió en los fondos de la calle Colón en los asentamientos del seis de Enero hace un año.
La victima presentó múltiples heridas contusas y cortantes junto a una fractura de cráneo y contusión cerebral con hemorragia subdural insalvable. Se secuestraron dos caños de hierro y un machete, ensangrentados.
Sobre el abuso había opiniones encontradas en familia y vecinos. Muchos decían que era un invento, que don Pastrana era incapaz de eso, y otros aseguraban que era un “viejo cochino” (SIC). Garrapata dijo ser bagayero, sacaba lonas a la orilla del río, analfabeto y que sus antecedentes se reducían a demoras por ebriedad.
