“El Negro lanzó los ojos soñolientos hacia el fondo del paisaje, donde los camaradas no eran ya más que una nube negra y larga…”
El obstáculo Juan Carlos Onetti
Desde hace un mes y medio que asaltaron a una mujer en una finca del fondo del Palmeras en Colonia había reportes de una bandita que andaba ganando en la zona. Merodeaban unos convictos peligrosos, entre ellos el Zancudo y el Cateto, mostrando unos fierros al cinto a los que cargaban verdura.
Se decía que tenían un 22 y un 32. Nadie corrió el riesgo de denunciarlos. A la finquera, cuyo marido estaba de pesca, le sacaron treinta mil pesos y hubo un amague de violación. En las plantaciones de los Alvarado, aquellos agricultores bolivianos que tuvieron gravísimos problemas con los changos vecinos, también apretaban. La respuesta para su impunidad era siempre la misma: tenemos miedo.
El Jueves pasado cuatro monos arrinconaron a una adolescente y le robaron la mochila con celular y plata en la parte de los puentes de ingreso. Uno se quedó y le ofreció a la victima un trato inaudito. Devolución del botín por sexo.
La negativa no lo hizo darse vuelta y desistir como un caballero, directamente la violó a la fuerza con perdón de la redundancia porque todo abuso sexual es en contra de la voluntad del otro.
Al violador, un adicto egresado reciente de la cárcel por robo calificado, lo atraparon. Le dicen “Cateto”, se llama Néstor David Romero (34). Vive en el Palmeras.