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DROGA CAMUFLADA PARA PRESOS ANGUSTIADOS ME FUMO UN PORRITO Y ME OLVIDO DE TODO

DROGA CAMUFLADA PARA PRESOS ANGUSTIADOS ME FUMO UN PORRITO Y ME OLVIDO DE TODO

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Estar preso debe ser insoportable. Aunque nuestras experiencias personales se reduzcan a unas penitencias de niño. Que no puedas ir donde quieras, que te tengan encerrado en una jaula, seas lo que fueres, te la regalo. Sobre todo si no sos Nelson Mandela, el lider sudafricano que estuvo 27 años preso y cuenta en sus memorias que pudo sobrellevarlo por el único error que cometieron sus Guardias: dejarlo leer. Leer le permitió sobrevivir, escapar de las cuatro paredes agobiantes. Nuestros detenidos no se parecen a Mandela, en general no saben leer o no les interesa o les aburre, su manera de huir es con una pastilla o con un porrito para reírse de su desgracia. No van a ser presidentes del país cuando salgan, tampoco. Sus amigos, entonces, difícilmente le lleven El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha con sus 52 capítulos en la primera parte y sus 63 en la segunda, texto que solamente les hará gracia (aunque es muy gracioso) si entre sus paginas les ponen un poco de yerba para un charuto. A falta de libros es habitual que la droga se la pasen con la comida.

“Para ser libre no se necesita sólo despojarse de las
propias cadenas, sino vivir de una manera que respete y
potencie la libertad de otros.”
Mandela

A las nueve y media de la noche del Domingo12 de Agosto llegaron dos changos en moto a la comisaría 22 de Yrigoyen a dejarle unos sandwiches en unos tappers de helados reciclados al detenido Joaquín Ezequiel Barrientos (18). El chico está con una causa de robo y siendo menor fue el que en el 2016 le robó a la Policía una escopeta, tobilleras y escudos aprovechando uno de los conflictos obreros más radicales en el Tabacal. Los envases tenían doble fondo, estaban calados a cuchillo sierrita, con nula sofisticación, y haciendo un poquito de fuerza saltó la marihuana, el regalo de caja de Pandora que ocultaban. El traedor o traidor iba a quedar tras los barrotes con su compañero identificado como Julio César Santos (24) acusado de facilitación de estupefacientes. Ahí no terminaba la cosa. Afuera, en la moto, lo esperaba un tercer protagonista, sudando y nervioso como testigo falso.

Buscando justamente un testigo civil para el procedimiento de Santos lo vieron afuera y le pidieron. Su cara de terror lo delató. Dijo tartamudeando que lo esperaba a Santos. De la Zanella no tenía ningún papel. No podía tenerlo. Al pedido de informes con el número de motor a UNAC Orán le saltó que era robada en Embarcación el 29 de Julio. El tercero del lío era Maximiliano Vargas (33) del Santa Emilia, fue encausado por encubrimiento de hurto pero no le interesó a la Fiscalía su detención. Los otros, Barrientos y Santos, se quedaron adentro, sin droga y sin fé.

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