“Tal vez bramó pidiendo que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo…”
Es que somos muy pobres Juan Rulfo
El conteo de muertos es el pan de cada día. En el clima angustiante de la pandemia. Nadie quiere morir a pesar que todos vamos a morirnos. La muerte parece haber sido inventada por el coronavirus. Los mortales gritamos “basta de muerte” desafiando a la biología y a la costumbre.
El covid, suponemos, debe ser obra de algún malvado. Solo los dioses podrán remediarlo. Aún cuando nos hayan puesto a morir tras el pecado original. Ya que hiciste una, hacé dos. Y llevate la peste. Con la muerte nosotros nos arreglamos bien. Homicidios, suicidios, accidentes u óbitos naturales son la historia del mundo. Las pandemias son eventuales, pasajeras. Por lo menos lo fueron hasta ahora.
Dos días antes de terminar Agosto se produjo en el límite sur del barrio Malvinas, donde el pasaje Castellanos desemboca en calle Los Cedros, el asesinato del Pelao Julio Aylán (40), vecino de la esquina tres casas.
Su amigo lindero el Franco Ismael Miranda (25), mudado al 4 de Junio, lo pasó a buscar gritándole por el enrejillado. Los dos habían tomado. La victima dormitaba. Miranda estaba cargoso. Aylán salió y no le convidó un cigarro porque le quedaba uno. Se fueron para el almacén.
En la oscuridad la bronca explotó y sacaron sus cuchillos. El duelo fue corto. El asesino salió corriendo arma en mano al grito de “lo he matao…lo he matao!!”, detrás el cuerpo de su oponente tenía la garganta cortada. Yacía a unos cincuenta metros de donde en Junio del 2017 cayó muerto de un cuchillazo el Noni Daniel Donaire otro vecino de 22 años.
Camino a su casa se deshizo de la prueba filosa del delito arrojándola al monte. Lo persiguieron el hermano de Aylán con dos más para una venganza sumaria a machete. Antes que la Infantería policial se los sacara de encima le abrieron la cabeza por el medio y lo cortaron feo en brazos y panza.
Pasó una semana internado en el hospital con custodia. Recién este Viernes le dieron el alta. Fue trasladado a la Comisaría 20.
