“Todas mis sensaciones fueron tragadas por el torbellino de una caída en profundidad, como la del alma en el Hades. Y luego el universo no fue más que silencio, calma y noche…”
El pozo y el péndulo Edgar Allan Poe
Los efectos de la furia de la enfermedad sumada la de los hombres son devastadores. Es un ataque por dos frentes. No es la primera vez. En el siglo XVI eramos parte del Tahuantinsuyo Inca. Los españoles llegaron con sus virus. Viruela, sarampión, difteria y otras pestes, además de armas de fuego. Y de nueve millones de quichuas en un siglo quedaron seiscientos mil.
En la actual era de la tecnología parece que no va a ser para tanto. El coronavirus no vino del puerto de Palos sino de la China, justamente el lugar al que quería llegar Colón, y la guerra es contra la inseguridad.
Ayer en una Colonia Santa Rosa blindada por la pandemia un nuevo brote de violencia dejó el saldo de un hombre de 30 años muerto. Recibió dos puñaladas, una en el flanco inferior izquierdo y la segunda del mismo lado, en el pecho, insalvable, instantánea, fatal. Era el “Porteño” Saúl Ezequiel Piegas llegado hace un tiempo de Garín Buenos Aires, jornalero, con la mujer embarazada.
Su cuñado, el hermano de la esposa, de 17 años, fue el verdugo. Al chango le dicen “Camello”. Es familia de un chango que mataron a principios de año y de uno de los lugartenientes del Pichi Costas en su banda del Palmeras. Piegas vivía en el Jesuitas al fondo frente al canal que limita los asentamientos de Nueva Esperanza.
Dicen que venía con su cuñado y dos changos más por la avenida desde el centro. Lo verdugueaban, habían tomado. Se metió en su casa y hubiera salvado la vida si se quedaba adentro, pero, (siempre hay un PERO crucial en estas historias) volvió a salir emperrado en darles una lección a los pícaros.
A la vuelta los alcanzó. Hubo una breve discusión y un final sangriento. Se arrastró de vuelta unos metros y quedó muerto. Los de Homicidios pillaron al “Camello” saliendo del inquilinato donde alquila a cien metros de la Güemes yendo para el Nueva Esperanza.
Trayecto plagado de crímenes en los últimos años. En la mochila llevaba el arma homicida y una caja de vino.