“-¿Desean los señores?
-Pasá el fajo y no grités, gallego.
Y ya no vio sino la boca de la pistola con que el más bajo lo encañonaba…”
Las Señales   Adolfo Luis Pérez Zelaschi
El mundo está enfocado en la pandemia. La peste llega con su propio bagaje de palabras como protocolo de no se qué, hisopado de vaya usted a saber qué cosa, testeo, asintomático, aislamiento preventivo y quedate en casa que si no vas a ver lo que te va a pasar. La jerga del SARS convive con otras.

En la crónica roja tenemos entradera para cuando te asaltan entrando, salidera si vas saliendo y bañadera si te ponen un bufoso mientras te das un baño. El pasado seis un comisionista de Colonia JMR fue victima de una entradera al llegar a su casa pasada la medianoche en barrio parque Los Pinos.

Tres encapuchados pistola en mano lo ramearon al bajar de su camioneta, lo ataron, le taparon la cara, sacándole medio millón de pesos cash destinados a comprar verdura y además un verdadero arsenal compuesto por un Winchester a repetición para cazar jabalíes y dos rifles semiautomáticos 22 ocultos debajo de la cama más una Bersa Thunder 40 en un cajón. Armas de defensa que no son raras en gente que maneja mucha plata.

De paso cañazo el trío se alzó con unas máquinas herramientas de gran valor más las llaves del vehículo. Con el pueblo convulsionado por el virus, las usurpaciones y la guerra política el asalto fue la frutilla del postre.

La Brigada se hizo cargo de la investigación. Tienen en sus fichas especialistas en este tipo de atraco que son los sospechosos obligados. Si son de afuera y entraron para el golpe hay que ver como hicieron estando la ciudad blindada, si son locales consultarán a sus informantes. Ahí andan el Cuco Ovando fugado en Julio del año pasado de la comisaría de Embarcación o el Ema Pairico prófugo de una tentativa de homicidio con escopeta en Mayo, por nombrar algunos posibles.

Los ladrones no son virus pero que hacen daño, hacen daño. Son invisibles y si te agarran mal parado pueden ser mortales.