“Me dijeron que en el reino del revés
Nadie baila con los pies
Que un ladrón es vigilante y otro es juez
Y que dos y dos son tres…”
El reino del revés Maria Elena Walsh
La vida después de la pandemia puede parangonarse a la vida después de la muerte. Primero no se sabe bien si va a existir y luego nadie puede decir cómo será. La biológica posiblemente quedará incógnita eterna, la post coronavirus, posiblemente, la viviremos. Corrección, algunos la vivirán. De hecho ha comenzado una temerosa salida del enclaustramiento que exige preguntar si se puede hacer lo que se hacía. Besos, por ejemplo, no se pueden dar.
En la Justicia los juicios orales y públicos no han sido públicos pero puede que abran la semana que viene como los gimnasios y el fútbol cinco. Tendrán los funcionarios un barbijo en nariz y boca que siempre es mejor que una venda en los ojos. No pudiendo asistir la información hay que tomarla con pinzas. Reproduce la publicidad de agencia que el aparato judicial difunde. Igual algo se puede decir.
Nos llamaron la atención dos fallos. Promocionados el 8 y el 20 de la Sala II.
En el primero condenaron al jornalero de los 200 años Santiago Cruz (61) a ocho años de prisión por tentativa de homicidio. En una finca de Peña Colorada le disparó a un compañero que en teoría lo atacó con un machete.
En el segundo el “Chino” Nelson Sebastian Jurado (23) recibió cuatro años de pena habiendo matado en Mayo del año pasado en la Nueva Jerusalem a Dario Sajama (21) con un sierrita. Se interpretó el fin de una pelea entre ambos como exceso en la legítima defensa. En resumen más castigo al que menos daño produjo.
Es un detalle no una crítica no estuvimos. Quizá en la post pandemia debamos aprender a tocar de oído.