Las creencias religiosas son un gran paliativo para la adversidad. Aquellos que suponen fuerzas divinas detrás de los sucesos quieren saber de qué se trata como el pueblo reunido en torno al cabildo en 1810. Acaso Viracocha se cabreó y en su versión terremótica de Pachacamac castigó a quienes no esperaron verlo volver por el poniente tal cual había prometido.
Acaso el gran Dios de los cristianos se enojó porque los americanos se mostraban remisos a su adoración y tuvo que exterminar a unos milloncitos para convencerlos. Acaso Alá bufaba por no ser tenido en cuenta. Estará la respuesta en el Gauchito Gil, en la difunta Correa de la entrada, en el pare de sufrir de los evangélicos. Todos cantan loas a sus sumos hacedores “tu que nos mandaste el coronavirus líbranos del coronavirus” una súplica paradojal.