Al cadáver, que miraba al cielo con los brazos extendidos formando una cruz con el tronco, le faltaban las manos. Por una razón que no sabemos explicar es lo primero que devoran los chanchos, perros y otras alimañas del monte. Lo vimos en otros casos.
Lo primero que llamó la atención cuando la Policía ingresó a buscar indicios de su asesinato a la pieza que ocupaba sobre calle Esquiú la travesti Mariana, fue el orden y la limpieza. Antes de salir al trabajo habitual de vender sus dones inauditos de ida y vuelta sexual en la Terminal el último Martes 26 de Febrero de sus 33 años de vida había pasado la escoba, colocado escrupulosamente sus potes y potes de maquillaje en el armario y los estantes, lavado sus cosas de comer y repasado mojándose las yemas un libro escondido de clientes con nombre y apellido de sus amores sin amor de cada noche.
Típico de crímenes importantes y a falta de datos concretos circularon todo un corpus de pistas inciertas que la Brigada coleccionaba.
La de la camioneta bordó que no se sabe quien vio la levantaba el Miércoles a la madrugada con un tipo al volante que ya le pegó a la “Mudita”, otra prostituta de la San Martín, y casi la mata a golpes. La del auto rojo que se paró en una esquina del barrio Malvinas, próximo a la casa de la familia Aricuri y Lira, en el que varios borrachos hablaban de cómo le sostenían la cabeza al “trolo” para hacerlo “aka”.
Jose Daniel “Mariana” Aricuri, más allá de su status sexual, laboral o social, fue un ser humano muy querido que merece JUSTICIA.
NOTA: Detuvieron un par de meses al Quico Velarde que visitaba en la cárcel y la Causa no se movió más.