“-Seamos amigos -le dije- ¿De dónde sacaste eso?
-Alguien me los dio -me contestó Millie-. Es un secreto -las chicas son siempre iguales; cada vez que uno les pregunta algo, ellas no pueden contestar, porque se trata de un secreto…”
Si muriera antes de despertar William Irish

El 20 de Abril del 2018 la Sala I de Juicio condenaba a Mario Eduardo “Quino” Romero (45), un chofer nacido en Santiago del Estero y radicado de muchos años en barrio Justo Juez de Pichanal, a 13 años de prisión por haber abusado sexualmente de sus sobrinas.

Había ocurrido 10 años antes cuando ellas eran unas nenas. A las dos había manoseado, a una la había violado. Tenían 7 y 10 añitos. La sentencia incluia los abusos sexuales simples y los agravados por el acceso carnal.

En el 2013 en una clase escolar de educación sexual una de las victimas se dio cuenta de lo que le había hecho el tío. En el 2014, traumatizada, se escapó del colegio y le contó a su madre el drama con detalles. Vino la denuncia.

Recién lo detuvieron en Abril del 2017. Su abogado defensor Roberto Ortega casó la sentencia porque entendía prescriptos los tocamientos que tienen una pena máxima de cuatro años y habían pasado diez. En una resolución del 25 de Junio la Sala III del tribunal de Impugnación hizo lugar a su pedido declarando prescriptos esos delitos pero no los de penetración bajando el expediente a Orán para que los Jueces dicten un nuevo fallo que debe ser menor al impuesto.

Que bajen la pena en un delito sexual es un tiburón blanco en el Bermejo. Parece imposible. Todas las acusaciones de un año a esta parte son condenas. Los pocos que fueron absueltos vinieron condenados de Salta. Te denuncian por abuso, no te salvás. En este caso tampoco, le bajaran un par de años. Eso si la Corte suprema lo confirma ya que la fiscal de Impugnación se opuso.

Si le restan sería un notición. En contra de los vientos que soplan.