“Llévame a la carretera,
que me lleva hasta tu casa,
agüita de manantiales, florecita de mi valle
ven y quítame este duelo,
ven irradia tus detalles…”
Dulcito e coco Vicente Garcia

Orán es un manantial de Cocaína y marihuana. La droga fluye, brota como petróleo de ese río blanco subterráneo que es la lava de un volcán en erupción yendo a dar por el Bermejo y el Parana a las costas de Buenos Aires siguiendo quién sabe a que confines del mundo si por ahí un guerrillero de Afganistan nariguetea una línea made in Colombia, made in Perú o made in Bolivia, que ha salido al mar por nuestra frontera.

Cae en panes como el maná del cielo del éxodo bíblico también para dar de comer a mucha gente que organiza viajes para llevarla, para abandonarla, para enterrarla tipo tesoro de piratas suponemos con esos mapitas secretos con la cruz y nadie se quiere perder la fiesta del millonario, la fiebre del dinero, más que todo viendo a sus vecinos nadando en opulencia de la mañana a la noche siendo que hasta hace poco le pedían yerba para el mate.

Va en bagayos, en encomiendas, en la ropa, en aviones, en carros, en motonetas, en gomones, a caballo. Si por ahí un yuppie Esloveno está quemando un porro made in Paraguay, que ha salido al mar por nuestra frontera. Fluye y fluye y no deja de fuir con una fuerza bruta resistente al secuestro de unos kilitos de regalo o encanar a los mismos pescados confabulados que entran y salen sin que se afecte su negocio ni su buen nombre y honor, si es que lo tuvieren. Porque no es una guerra, es un negocio.

El agujero negro es la ruta 50 y aledaños. El 14 de Mayo a eso de las cuatro de la tarde un control gendarmeril en el kilómetro 59 sobre una camioneta Mazda dio positivo. Con toda ingenuidad llevaban una lona en el asiento trasero con ocho kilos y medio de cocaína.

¿Ehh?. Los panes metalizados estaban metidos dentro de los paquetes de sábanas y juguetes para niños. ¡Qué lindo!. Fueron detenidos los ocupantes. Juan Mendieta (60) de Aguas Blancas y Daniel Adrián Contreras (28) del 4 de Junio de Orán.

Dos días después un choque cerca del puesto 28 entre un móvil bagayero y un chevrolet que venía de la frontera reveló, al intervenir gendarmería para prestar ayuda, que una de las “vistimas” enterraba unos panes en la tierra que sacaba presuroso del vehículo y no eran una ofrenda a la Pachamama. Eran veinte kilitos de clorhidrato de cocaína. Esa que brota como agua de manantial.

El enterrante fue identificado como Jon Brian Ezequiel Blanco y quedó acusado de infracción a la ley 23.737.