Con esa clarividencia periodística de la que hacemos gala informamos ayer la realización del Juicio por abuso sexual con acceso carnal calificado por el uso de arma contra el Kiko Federico Velarde (35), un chango de la calle Bustamante al fondo, marcado por dos condenas penales anteriores, una lista interminable de acusaciones y más tiempo de vida encerrado que libre.
Bajo ese estigma de pésimos informadores que nos caracteriza el Juicio no se hizo.
Si, si, se hizo, en la sala I etcétera etcétera pero fue abreviado.
No hubo un curso, un desarrollo, una compulsa de pruebas para quebrar el principio de inocencia de un ciudadano, sino un arreglo.
Kiko aceptó haber violado a punta de machete a una chica de 17 en la finca donde jornaleaba en el 2016 y purgar doce años de cárcel de castigo.
El Juez Edgardo Laurenci lo declaró reincidente por segunda vez, lo que significa que solo saldrá con la asistida tres meses antes de cumplir. No tendrá libertades anticipadas.
Pidió que lo manden a Villa Las Rosas y por una mujer con la que reclama visitas íntimas.
Por fin ha vivido preso tanto tiempo que ya debe ser dueño de casa. Como alguna vez escuchamos de otro marginal pareciera que se sintiera bien en una celda, ahí están los que son como yo, nos decía.