“El tiempo viste un color azul
Parecido a un suspiro del cielo
De solo saber que te voy a ver
Y a regalarte todos mis momentos…”
La llave Abel Pintos/ Fredy Hernandez
El que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen. Es una ley del amor. Verificada en millones de historias de abandonados sin la cataplasma de una explicación. ¿Por qué te vas, por qué me dejas?.
Volvió también el preso que hizo un escándalo al ser liberado, despegado a la fuerza de el hombre del que se había enamorado en los calabozos.
Vas a verme llegar vas a oír mi canción vas a entrar sin pedirme la llave.
La llave para el reencuentro era que lo metieran en cana de nuevo. Cometer un delito. Y lo cometió.
Los Policías lo reconocieron enseguida por su cara alegre de enamorado ansioso detenido con toda felicidad por una tentativa de hurto que era un pasaje al amor. Nunca fue tan cierto aquello que uno es feliz donde es querido porque se apretaron uno al otro con un beso de Elizabeths Taylors interminable que hubo de ser destruchado por la fuerza pública. Mirenmé, me encontraran, en el país de la libertad, cantaban abrazados en los fondos infectos y hostiles de los claustros tumberos.
Paraísos fugaces de media hora de los que serían expulsados por el pecado de la carne. La distancia y el tiempo no saben la falta que le haces a mi corazón. Dichosos ellos.