“Yo era forastero y sólo pronuncié unas cuantas palabras que saqué de mi mochila, pero eran como las suyas y nada más las cambiamos unas por otras…”
La Identidad Elena Poniatowska
Soy un ladrón de Colonia. Pendejo. Entro y salgo, Casa veo casa quiero. No hay nadie. Las peluqueo. Me alcanza para el faso y la bazoka. El 30 de Abril me mandé un saqueo grande loco. Piré para Saucelito y me emperné en un rancho de los indios detrás de la Iglesia. Alta treta. La yuta no me va a encontrar.
Entraron por la ventana. La dueña de casa es viuda de un policía. Los ignotos se llevaron desde el televisor hasta la licuadora, una bolsa grande. Supieron que eran el Chanchito y el Martincito, chicos de 16 y 17 con prontuario de grandes, herederos de toda una prosapia familiar de maleantes. Los buscaron dos días. Se habían evaporado.
El dato que andaban vendiendo las cosas robadas en Saucelito reencausó la búsqueda. El Jueves 2 los civiles preguntaron en la comunidad Tumpa Ombejape Nandepe del paraje y escucharon a la cacique sobre un dúo pinta de fuleros que había ocupado el rancho de una mujer ausente por un viaje a Ledesma. En puntas de pie llegaron y levantaron la cortina. Ahí estaban Chanchito y Martincito durmiendo con un machete y dos cuchillos pegados al cuerpo. Como Rambos. Hubo un corto diálogo de Caperucita con el lobo disfrazado de abuela. “Buenos días” despertaron los Policías a los ladrones, “buenos días” bostezaron ellos gentiles sin advertir hasta que estuvieron esposados que eran sus lobos feroces. Los menores sumaron una causa más de robo. Todo se recuperó.
Soy un ladrón de Colonia. Dormía lo más tranquilo no vas a creer lo que te voy a contar.