“-¿Quién fue? No se atrevió a mirar en torno suyo.
-No se sabe- le respondieron-. Dicen que fue un forastero.
-Tuvo que ser- dijo una mujer a sus espaldas-.
En este pueblo no hay ladrones. Todo el mundo conoce a todo el mundo…”
En este pueblo no hay ladrones Gabriel Garcia Marquez
Una señora vuelve a su casa con su hijita de la mano. Es el 15 de Abril hace dos años. Va por la Iguazú hacia el Hogar del Padre Diego. Más allá largan los asentamientos y está la grutita de Mariela Romero en el lugar donde la encontraron violada y estrangulada en 1996 y siguiendo derecho está el complejo de las cárceles de mayores, de menores con su granja de rehabilitados y sus sembradíos que se construyó alejada de la urbe y hoy es el centro del populoso barrio Kirchner.
Detrás, como todos los Oranenses sabemos, está el mar, las gaviotas, las playas de la Costa Azul, símbolos de nuestra tierra igual que esa placentera garantía de seguridad, de caminar tranquilo por la calle, de no tener que poner rejas en las casas, de la caducidad de cerraduras porque nadie se mete donde no lo llaman y las ausencias tanto de chorros en sus diferentes especialidades como de armas que puedan afectar a los vecinos sanos y tan alejados de virus malignos que cubre la entrada del hospital una red de telarañas por la falta de ingresos.
La señora llega a la Martín Fierro. Una moto con dos drogados encima le para al lado y uno la acogota mientras le aprieta un cuchillo en la panza pidiendole dame la cartera o te mato. Se las da y huyen en su 110 de escape libre y calcomanías de River Plate. La mujer cursa un embarazo. ¿En Orán pasó eso?. No puede ser. ¿Motochorros hijos de puta?. Debe ser una equivocación.
La victima conocía al ladrón cuchillero, había trabajado con la madre. A los dos los agarraron en el centro siguiendo de raid. Marcos Ismael Elias Hinojosa tenía 17 años y Marcelo Benjamín Olguín 16. El juicio en su contra por robo calificado por uso de arma se realizó en Abril y terminó el pasado 25. Hoy tienen 19 y 18.
Hinojosa confesó el asalto y Olguín haberlo trasladado en su moto luego que le propusiera salir a “ganar” que en el lenguaje de adictos malevos es salir a robar. Los defendió el abogado Roberto Ortega. No se había secuestrado el arma, los informes ambientales no eran lapidarios y la familia los acompañó.
La Fiscal Mariana Torres pidió dos años en suspenso por robo y tratamiento en Tinkus para sus adicciones teorizando que la droga los impulsó al delito. Es que es tan raro. En Orán nunca pasan estas cosas.