“Y yo me hice en tangos,
porque es bravo, fuerte,
tiene algo de vida,
tiene algo de muerte…”
POR QUÉ CANTO ASÍ recitado tanguero de Celedonio Esteban Flores.
Juan Parada lo interpreta con mucha emoción en un video
Una nueva tribu urbana viene pisando fuerte. En todo sentido. Se las conoce como prostiturras. Su existencia no surge de estudios sociológicos sino de señoras de barrio escandalizadas con su libertinaje. Y de su actuación en varios crímenes de personas mayores ocurridos los últimos años. Las prostiturras son una derivación de las turras de toda la vida. Adolescentes callejeras amantes del alcohol, las drogas, la bailanta y las zapatillas flúo de moda, libradas a vivir su libertad a pata suelta, borracheras, groserías y meta y ponga. Es el sexo drogas y rock and roll en revitalizada versión autóctona de sexo drogas y cumbia villera. Ahora claro, vivir de joda es caro. Entonces buscan viejitos para sacarles la guita con el oficio más viejo del mundo. En los grupos de iguales se entremezclan prostiturras con todo un turrismo masculino que les hace el aguante. Juntos son dinamita. Muy drogados y muy necesitados pueden convertirse en desalmados asesinos.
Dos de la tribu participaron junto a un chango de la muerte brutal a cuchillo del “Loco” Juan Parada (75) de Yrigoyen la noche del pasado Lunes 15 de Abril en su casa a cuadra y media del tanque de agua de la entrada norte. Eso dice el GAP de homicidios que tiene detenidas e imputadas a una menor de 16 años y a Rosario Franco de 19 de las 62, supuestas autoras de la muerte junto a su amigo el “Tuerto” Alvaro Cuellar que se encuentra prófugo.
El Viernes santo trajeron a declararan a Fabian Vasquez (23) amigo del Tuerto que le contó el cuento a la abuela que él había estado y necesitaba ayuda para huir. Era para sacarle plata. Hasta que eso se aclare seguirá detenido. En la casa hay huellas de tres personas. Por plata, justamente, habría acontecido el crimen. Por cien pesos que don Parada se negó a pagarle a una porque ya le había dado a la otra. Una vida por cien pesos. De un abuelo querido y bueno. De un cantor.