“Las redes sociales son eléctricas. Las chicas jóvenes están electrizadas. La silla más cruel fue eléctrica, ahora es ergonómica frente a una pantalla eléctrica…”
Los electrocutados  J P Zooey

Los días de Abril no vinieron con la rutina pueblera de uno igual a otro. El nuevo estallido bagayero hizo trizas la monotonía y así como antes se libraban las batallas en aire, mar y tierra ahora se limitaron al control de la información cruzada mezcla rara e interesada de realidad y ficción. Todos los días se inventaba una masacre y si no habían fusilado a unos chancheros los muertos eran de gendarmería en medio de audios y videos de cuetes y humo más ojos digitales con infrarrojo que detectaban a un enemigo convertido en dibujos animados blancos sobre fondo negro.

El pueblo rebautizado. San Ramón de la Nueva Irak. Capital nacional de los cadáveres. Con el Facebook tronando disparates más creídos cuanto más increíbles e improbables. “Ay moriremos todos” “¿Hasta donde vamos a llegar?” “¡Hay que parar esto!” y otros mil millones de comentarios sobre cosas que nunca pasaron.
Al costado de las películas de los celulares corre la realidad. Menos luminosa, más triste, más acotada, menos manipulable.

Un pescador boliviano reportaba haber visto un muerto enterrado en el lodo de la bajante del río Tarija de la banda argentina a la altura de Media Luna. Encajaba anillo al dedo a la tensión virtual. El paraje remitía a los ríos pantanosos donde el Vietcong resistía a los norteamericanos hace casi medio siglo. Le faltaba un brazo. Había yacarés. ¿Viste?. Ponele un like.

Una tropa de policías cruzaba la frontera en llamas de bagayeros de caras largas haciendo fila con su lonas y desde Bermejo por la ruta al Chaco Boliviano llegaba a Colonia Linares para en un gomón localizar el lugar que había dejado marcado el avistador. Del cuerpo sobre el agua sobresalían unos huesos marrones, la cabeza comida por los peces casi se había desprendido y tuvieron que sacarlo a flote con esfuerzo. El NN llevaba su mochila y el machete en la cintura. A simple vista no tenía signos de violencia. Los lugareños decían que no era el primero que quedaba empantanado en esas arenas movedizas con la creciente. “La gente que se ha muerto acá” memoraban.

Traídos los restos la médica del CIF Marta Gomez no podía determinar causales debido a su estado. El cotejo de muestras de lo que quedaba de sus órganos en Salta podrían establecer si entró vivo al agua, o muerto. Ni en Bolivia ni en argentina hay denuncias de gente faltante.
Misterio sobre misterio el Miércoles 10 de Abril aparecía otro hombre muerto en la plaza de la feria. Era Porfirio V (56) un enfermo alcohólico al que su familia no podía retener ni atándolo porque se escapaba. Nos contaron sus hijas.

Completaba los sobresaltos un adolescente de 16 años que se inmolaba ahorcándose de un árbol de vereda en el 20 de Febrero. En su perfil había escrito “la vida sigue”. No siguió.
Mientras, en Aguas Blancas, los bagayeros y el gobierno andan me saco el saco me pongo el pongo. Vamos a ver qué dicen en el Face.